Dos personas abrazándose este martes en Vara de Rey. | Arguiñe Escandón

Desde 1986, muchas ciudades en el mundo celebran cada 21 de enero el Día del Abrazo. Una jornada ideada en Michigan (EEUU) por el psicoterapeuta Kevin Zaboney, quien había analizado en su trabajo cómo muchas personas se sentían incómodas al expresar o recibir afecto y de qué manera esto afectaba a su salud mental y física. Algo que, además, constató que sucedía sobre todo en Occidente y, dentro de ese ámbito, más en EEUU y Europa que en Hispanoamérica.

La ciudad de Ibiza ha celebrado este año la segunda edición del Día Mundial del Abrazo, con el paseo de Vara de Rey como escenario y de la mano de la Associació de Voluntaris de Vila, con la colaboración del Ayuntamiento. La iniciativa la dirige Marcela Costa, quien ha explicado a Periódico de Ibiza y Formentera que la mecánica de la actividad es sencilla, dar y recibir abrazos, pero cargada de significado. «Se le pone a la persona a la persona una banda en los ojos y otras la van abrazando», ha señalado, «esto provoca muchas reacciones. Hay personas que se han echado a reír. Otras han llorado. Pero en todas ha causado algo». Y es que, ha añadido, «dar y recibir abrazos te cambia el cuerpo».

La pandemia de COVID-19 provocó una mayor distancia entre las personas y esto también influyó en la manera de expresar el afecto. Los abrazos se convirtieron entonces en una símbolo de cuidado mutuo y de reconexión, una manera de restablecer los lazos y de recuperar el contacto afectivo. El Día Mundial del Abrazo ha cobrado desde entonces una especial importancia: «Ahora hay que retomar el contacto. Los abrazos, además, son gratis».

¿Por qué no nos abrazamos más? La respuesta de Marcela Costa apunta a diferentes motivos: «Puede ser por cosas como la vergüenza. Es un tema mental. La gente es reacia a dar y recibir abrazos. Pero, una vez que empiezan, cambia todo». Y es que, ha asegurado, «si das un abrazo de entre 21 y 30 segundos, te cambian hasta las células y todo tu cuerpo trabaja de manera diferente».

No hay, ha recordado Marcela Costa, ningún momento específico para abrazar y es recomendable hacerlo «siempre que lo sientas». Además, ha advertido, «también puedes pedir los abrazos». Y es que «muchos motivos para abrazar y para pedir que te abracen».

Con jornadas como la celebrada en Vila se pretende «concienciar a la sociedad sobre la importancia que tiene este gesto y hacer que la gente sienta lo que es un abrazo». Y es que, según la ciencia, los abrazos provocan la liberación de oxitocina, la llamada «hormona del amor». Una sustancia química producida por el cerebro y que es la responsable de generar sensaciones de felicidad, seguridad y confianza. Los abrazos, además, contribuyen a reducir el nivel de estrés, pueden bajar la presión arterial y ayudan a relajar el sistema nervioso. A esto se suma que un abrazo permite reforzar las conexiones emocionales con los demás y tener la sensación de pertenencia. Y es que los lazos de afecto tienen un efecto muy positivo sobre la salud mental porque ayudan a superar la ansiedad y el sentimiento de soledad.

«Se trata de abrazar sin juicio», ha recordado Marcela Costa, «sintiendo el abrazo. Esto nos ayuda a desarrollar un sentimiento que todos tenemos dentro. Los beneficios para el cuerpo están ahí: mejor humor, menos estrés, regula la presión arterial… En Europa y Améric la gente se abraza poco. En Hispanoamérica es al revés. Deberíamos aprender porque los abrazos son muy importantes. ¡Y, además, son gratis!».