Cada miércoles, el mercadillo hippymarket de Punta Arabí acoge a cientos de turistas. | Daniel Espinosa

El Hippy Market de Punta Arabí, ubicado en es Canar, es una de las visitas obligadas para turistas que pasan por la isla cada año.

Todos los miércoles durante la época estival, las calles de la urbanización Club Punta Arabí, se visten con más de 400 puestos de artesanía y productos de toda clase: souvenirs, vestidos, zapatos, accesorios de decoración...

Sus inicios se remontan a 1973, cuando el hotel homónimo de la zona ofreció a los hippies de los alrededores la oportunidad de vender sus productos a los hospedados. Rápidamente creció en popularidad hasta llegar a ser el mercadillo más extenso de toda la isla. «Hacemos esto con madera reciclada como palets o pino. Cualquier tipo de madera que encontremos en la época», explicó la dueña de Kiki Atelier, que junto a su marido realizan diferentes tipos de decoración para la pared, todas ellas con la madera reciclada como material. «Mi marido trabaja la madera, yo hago el diseño y me encargo de pintarla», finalizó. Ella, al igual que otros muchos vendedores de Punta Arabí, también ofrece sus productos en otros mercadillos de la isla, como en Las Dalias.

A su lado, otro tenderete que llama la atención por aceptar pago en la moneda virtual, Bitcoin. «Doy una segunda vida a las monedas utilizándolas para hacer anillos, pendientes o pins. Tengo monedas de todos los países que visitan Ibiza», señaló Loren, un francés que lleva en esta técnica desde hace varios años.

Son muchos y muy variopintos los puestos que pueden recorrerse siguiendo las callejuelas, que casi podrían compararse con un laberinto, además de artesanía y souvenirs. «Me ha encantado que haya tarotistas, puestos de astrologías o estatuas humanas. Tiene mucho encanto», explicó Carmen, una madrileña que aprovechó el mal día para conocer y pasear por Punta Arabí. «Hoy hemos venido porque tenemos visita y quiero que conozcan este mercado. Pero se pone a reventar, es lo malo de estos sitios», señaló por su parte Diego, un residente de Santa Eulària.