Los invitados alzan a los novios en el aire mientras bailan al ritmo de la música.

Las calles de Ibiza se han llenado este sábado de colores llamativos, de bordados con vistosas lentejuelas y de elegantes trajes de esmoquin. La isla ha vuelto a celebrar, 20 años después, un 'pedimiento' gitano que ha albergado a más de 300 personas.

Decenas y decenas de gitanos han acogido este acto tan tradicional y han dado calor a David Rodríguez y Ainhoa Rodríguez, los futuros esposos. Antes del 'pedimiento', ambas familias han esperado en sus respectivas viviendas de Cas Serres que llegaran todos los familiares.

Durante estos minutos de nerviosismo, varios gitanos han comenzado a cantar y a bailar un zapateado en el patio ibicenco, mientras los presentes palmeaban.

«Estoy impaciente por llegar a casa de mi novia y celebrar nuestro compromiso de forma oficial con todos los míos», ha explicado el joven novio de 17 años en el portal de su hogar.

Este ibicenco, que hasta hace nada era repartidor de hielos, es consciente de que son «excesivamente jóvenes», pero desde pequeños han normalizado estas tradiciones gitanas. Los padres de David, expectantes por la pedida de mano, comunicaron a los presentes que ya podían recorrer las dos manzanas que separan las casas de los futuros esposos. Antes de llegar, a diez metros de distancia, ya se escuchaba el ruido de los cantares y los vítores de los familiares de Ainhoa.

Más de 100 personas esperaban a la familia del novio, especialmente al representante de David, que en este caso era su padre, para que su suegro aceptara el casamiento entre los dos jóvenes. «Cuando se haga oficial, nuestros padres son los que ponen la fecha de la boda y las madres las que me ayudan a buscar el vestido», ha destacado Ainhoa, visiblemente emocionada, mientras se daba los últimos retoques antes de bajar y formar parte de la celebración.

«Nos comprometemos para toda la vida. Lo simbolizamos con un regalo. Él me da un anillo, o una rosa, y yo a él un reloj», ha puntualizado esta joven de 17 años. Según Ainhoa, ambos se conocieron en una misa hace dos años y, desde entonces, no se han separado.

El ruido se intensificó cuando la novia bajó las escaleras y llegó al portal, que fue testigo de cómo los representantes de ambos adolescentes aceptaron este «esperado compromiso» en Ibiza. «Hace 20 años que no vivíamos esta tradición. Desde hace tiempo hay mucho mestizaje y cada vez se puede celebrar menos, puesto que sólo se festeja cuando ambos son de etnia gitana», ha subrayado la prima de la novia, Ángeles García.

Ibiza vuelve a celebrar un ‘pedimiento' 20 años después
Los novios bailan tras la aceptación oficial del casamiento

Y, tras el beso en la mejilla entre las familias, todos los invitados se dirigieron al hipódromo de Sant Rafel para celebrar «a lo grande» este compromiso. Los familiares fueron los primeros en llegar e hicieron un extenso pasillo para los novios, que pronto cerraron al verlos pasar.

La muchedumbre alzó por los aires, como si fuera una boda judía, a los jóvenes. Pero en lugar de ir sentados en sillas buscando un beso, se deslizaron sobre los hombros de sus familiares y movieron sus cuerpos al ritmo de la música. Sin duda, el pedimiento no es sólo la fiesta por la pedida de mano, el ambiente que se respira lo convierte en una pre boda por todo lo alto.