En el Puerto
El Puerto de Sant Miquel presenta una «tranquilidad tremenda», tal como comenta Mar, camarera del restaurante Can Tothom, que mantiene sus puertas abiertas durante todo el año desde el 2005. En cuanto a la clientela Mar asegura que, «la gente del pueblo baja al puerto para tomarse algo», pero matiza que también «viene gente de toda la isla», y el argumento es obvio: «Se está muy tranquilo, es muy bonito y tomarse algo, con los días tan bonitos que hacen, es un placer». También habla de otro tipo de clientela, los obreros que, en esta época del año empiezan a preparar la temporada «ahora están demoliendo el hotel Cartago, aquí al lado, y 40 o 50 menús diarios seguro que tendremos mientras acaban las obras».«Con hoteles de cuatro o cinco estrellas a lo mejor hay que adaptarse a un nuevo tipo de clientela», reconoce Mar, «este año ya se ha visto gente con más poder adquisitivo, de otro nivel».
Conchi es la cocinera de Can Tothom desde 1995, confirma que «los viernes, sábados y domingos hay mucho trabajo durante el invierno», y añade un factor más al buen funcionamiento del restaurante, también en esta época del año, «los niños pueden estar jugando sin peligro en la playa mientras la familia disfruta en las mesas tranquilamente».
«Con hoteles de cuatro o cinco estrellas a lo mejor habrá que adaptarse a un nuevo tipo de clientela con más poder adquisitivo»
Mar
Camarera en Can Tothom
Federico y Sandra son vecinos del Puerto de Sant Miquel desde hace unos cinco años, pasean por la playa con su mascota, Rumba. Definen el invierno en su zona como «desértico, pero en el buen sentido». Ambos trabajan en el pueblo, Sandra en el restaurante Es Pi Ver y Federico en la pizzeria.
Reconocen el contraste entre las temporadas de verano y de invierno, pero agradecen que «no es agobiante, aquí viene gente muy tranquila. Es un turismo más familiar, el local que más ruido hace es un pub irlandés, pero no hay peleas ni nada, es todo alegría. De hecho va toda la gente del pueblo».
De esta manera el verano en el Puerto de Sant Miquel para esta pareja es «aunque se vea más movimiento de gente y de tráfico sigue siendo un sitio muy tranquilo, por la noche no hay ruido ni follón».
En el pueblo
Alopa Katia Pinzautti también vive en el Puerto de Sant Miquel, en su caso hace ya una década. Trabaja en la joyería de Natasha Collis, al lado de la iglesia y del estanco del pueblo, que cierra por vacaciones en la primera parte del año. Se define como «enamorada del invierno. Sin gente, con paz y tranquilidad». Considera que esta época «es necesaria para recuperarse del verano, con mucho trabajo, gente, ruido y confusión». Además asegura que esta tranquilidad sirve para «descansar y relajarse, pero también para diseñar objetivos y prepararse de cara a la temporada de verano».
Compara el invierno con «un embarazo de nueve meses, para después empezar con la locura del verano. Como la vida misma».
Euen trabaja en Es Pi Ver como camarero, y también vive en el Puerto de Sant Miquel desde 1998. Asegura que «en invierno tenemos mucho trabajo, sobre todo los fines de semana, que hacemos sofrit pagès y arroz de matanzas. Hay que reservar un par de días antes, si no tes fácil quedarte sin mesa». Define con un «me encanta» la vida en Sant Miquel, «es muy rural, muy verde y muy ibicenco».
Respecto al contraste entre invierno y verano asegura que «es muy grande, a parte de la temperatura, la gente y el ambiente local es muy auténtico», entre risas asegura que «el verano en cambio es para hacer dinero».
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