Imagen de Belén Matesanz, durante un acto celebrado en la isla de Ibiza.

Médicos del Mundo ha presentado recientemente en Ibiza la campaña ‘Yo no me llamo puta'. Un acto con el que pretende concienciar a los ciudadanos sobre la necesidad de acabar con la prostitución y con los estigmas que conlleva para quienes la ejercen. La coordinadora de la ONG en Baleares, Belén Matesanz, señala que «el uso del lenguaje es importante» porque «hay que dejar claro que las mujeres no son putas». Matesanz subraya que quienes se ven abocadas a la prostitución son «víctimas de la precariedad, de la violencia y del trato denigrante». Pone en el punto de mira a los «puteros» y, en esta entrevista, relata cosas tan sorprendentes como que, en la prostitución masculina, se producen los mismos abusos que en la femenina.

—En el feminismo hay una corriente partidaria de la abolición y otra que piensa que es mejor legalizar este oficio. ¿Cuál es la postura de Médicos del Mundo?
—Como feminista, no puedo entender la corriente que quiere legalizar porque entonces hay que aceptar que la mujer está por debajo del hombre y que puede ser comprada. La prostitución es una violación a cambio de dinero. Y son mujeres que están en precariedad económica porque no tienen alternativas, no hay ofertas laborales, carecen de papeles. No están en esto por voluntad propia. Vivimos en la era de la libertad sexual y la prostitución es innecesaria a no ser que pretendas subordinar a la mujer y hacer con ella lo que ves en la pornografía y lo que te da la gana. Eso es una violación de los derechos humanos de la mujer.

—Pero en el Gobierno parece que no tienen muy claro lo que quieren hacer.
—Las últimas legislaciones abogan por reconocer la explotación sexual como violencia de género y, por tanto, es por y para la abolición y dar alternativas a las mujeres. Es verdad que hay alguna parte del Gobierno que tiene dudas. Pero, en el caso de Baleares, tanto el Govern como los consells y ayuntamientos se han posicionado claramente como abolicionistas y están trabajando para que estas mujeres tengan alternativas.

—En Ibiza hay un montón de prostíbulos abiertos sin problemas.
—Aún queda mucho por hacer. Se deben dar opciones y alternativas a las mujeres. También se debe dar educación afectivo-sexual desde la infancia y luchar contra la pornografía. No es lo mismo la pornografía que veíamos antes a través de unas rayas codificadas del Canal+ que la que se puede ver actualmente desde los 8 años, que es muy explícita y violenta. Las palabras más usadas por los jóvenes a la hora de buscarla son «violaciones grupales». No podemos aceptar una sociedad en la que la violencia, las agresiones y las violaciones sean vistas como algo normal.

—¿Cuál es la situación de la prostitución en Ibiza y Formentera?
—Como en Mallorca, la prostitución se va deslocalizando poco a poco. Se oculta cada vez más y es complicado llegar a las mujeres. Se hace en domicilios y se da a conocer a través de páginas web. Esto beneficia al prostituidor y al putero y pone en cada vez mayor peligro a las mujeres. Piense en los riesgos que conlleva ir a hacer un servicio al domicilio del putero: pierdes el control del espacio, de la protección, no sabes dónde estás...

—¿Cómo actuar contra el putero?
—Nosotros hemos puesto siempre el foco en ellos con campañas como la de ‘Yo no soy putero'. El año pasado teníamos como lemas frases cogidas de foros en los que los hombres hablan sobre la prostitución. Al final, si queremos llegar a la igualdad, ha de salir de ellos el cambio. Los hombres que no son puteros y que ya luchan por la igualdad no pueden aceptar bromas de mal gusto en relación a la prostitución o ver cómo otros hombres la usan.

—¿Pero aún hay ámbitos en los que está bien visto ser un putero?
—Sí, aún existen. Y ahora tenemos a muchos jóvenes que acaban la marcha en lugares de prostitución como si fuera una forma más de ocio.

—Muchos piensan que es más rentable la prostitución que mantener una relación con una mujer.
—Sí, son comentarios absolutamente inaceptables. Además, diciendo eso asumen que el hombre es un animalito salvaje que no puede controlar su deseo sexual, cosa que las mujeres sí. ¿Somos nosotras la raza inteligente y ellos unos animales salvajes e inútiles? No, evidentemente. El hombre es un ser humano con capacidad para decidir cómo controla su deseo sexual y con quién y de qué forma tiene las relaciones.

—¿Cómo pueden luchar contra esto instituciones como los consells o los ayuntamientos?
—El Consell de Ibiza y los ayuntamientos están trabajando mucho. Tenemos mesas de trabajo y coordinación en las que se trabaja de forma interdisciplinar e interdepartamental desde áreas como Turismo, Transporte y Bienestar Social. Además, se trabaja en la concienciación con diferentes campañas y jornadas. Luego está el trabajo que se hace con la firma de ropa Dona Kolors, que es para y por mujeres víctimas de explotación sexual y trata. En Jesús ahora tenemos una exposición de Abel Azcona sobre estos temas. El objetivo es que nos vayamos acercando cada vez más a la meta de la abolición.

—Hay prostitutas que quieren seguir siéndolo.
—Desde Médicos del Mundo no juzgamos. Pero a mí me parece importante recordar que, cuando se inició el trabajo por la abolición de la esclavitud en EEUU, hubo grandes movimientos de esclavos que querían mantener la esclavitud porque sentían que tenían un techo, una alimentación y una seguridad. No había alternativas reales y no se sabía qué iba a pasar con ellos. Con la prostitución sucede lo mismo. Si no tengo ninguna alternativa, no tengo papeles, no tengo recursos, no tengo una oferta laboral, obviamente no voy a querer que desaparezca la prostitución.

—¿Los puteros hacen con estas mujeres aquello que no pueden hacer en casa?
—Por supuesto. En muchas ocasiones, expresan eso de que la prostituta le puede hacer una mamada, cosa que no pedirían a su mujer porque luego le va a dar besos a sus hijos. Piden cosas que sus esposas no quieren hacer o que a ellos mismos les parecen aberraciones. Sí se lo piden a la prostituta porque no la consideran ni mujer ni ser humano, sino un objeto sexual.