El vallado tras el desalojo de la escalera 1 en junio. | Daniel Espinosa

El edificio de apartamentos Don Pepe, en la playa de es Codolar, representa «un evidente riesgo para la seguridad, el uso y la habitabilidad de las personas», según las conclusiones del informe de los arquitectos contratados por el Consistorio, al que ha tenido acceso Periódico de Ibiza y Formentera .

En su análisis, los técnicos alertan de que estamos ante «una edificación con riesgo de colapso imprevisible, fortuito e inesperado, que podría llega a afectar al resto del conjunto del edificio». Este informe tenía por objetivos el esclarecimiento de las causas del desprendimiento de la base de unas bovedillas en el inmueble, el diagnóstico sobre el estado en que se encuentra la estructura, así como garantizar la seguridad de sus moradores.

El análisis revela que el desplome repentino del forjado de un dormitorio de la escalera 1, acaecido en la noche del 30 de mayo, así como las condiciones en que se encuentran las estructuras del inmueble, es la consecuencia de «la acción del paso del tiempo, de los agentes climáticos agresivos, de la falta de mantenimiento y de procesos de deterioros patológicos de considerable gravedad que afectan a la seguridad de las personas que puedan residir».

El estudio del arquitecto Iván Torres Ramón y el arquitecto técnico Juan Planells Ramón, firmado el 31 de agosto, revela que las patologías observadas en la estructura del inmueble, la resistencia de los materiales y su disposición constructiva «denotan un claro riesgo imprevisible que afecta directamente a la habitabilidad y seguridad de las personas».

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Los ensayos y sondeos realizados desde el pasado mes de junio, por encargo del concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Sant Josep, Ángel Luis Guerrero, han permitido determinar que la patología general de los materiales detectada en el edificio está muy extendida por la escalera 1, «y que si bien es particularmente grave su alcance en planta baja, también hay presencia en las viviendas», según recoge el informe, un documento de 132 páginas en el que se advierte de que se trata de una «patología imprevisible» que puede afectar a otros pisos y a todos los forjados.

Riesgo evidente
Los arquitectos consideran que «mientras el edificio permanezca expuesto sin apenas protección a las inclemencias del clima, el problema va a seguir avanzando hasta que se produzcan nuevos desprendimientos».

Llegan a esta conclusión después de analizar los elementos estructurales verticales y horizontales del inmueble, sobre todo el interior de las viviendas, un estudio que pone de manifiesto «el grado evidente de oxidación de las armaduras de acero liso, la ausencia de la capa de compresión, la fragilidad de las bovedillas de hormigón y la acción expansiva de la corrosión de las armaduras», lo que deriva en el pronunciamiento de que el conjunto del edificio «se encuentra en fase de fatiga estructural».

En este sentido, el documento es concluyente: «Se acusa riesgo evidente hacia las personas, y sobre todo no se asegura el uso y la habitabilidad del interior de las viviendas por la manifestación de signos o evidencias que podrían dar lugar a nuevos desprendimientos inesperados que afectarán a la seguridad de las personas».