Los vecinos aprovechan las mañanas para realizar las actividades que permite el decreto. | Daniel Espinosa

Ayer tuvo lugar el segundo día laboral de estado de alarma por el coronavirus. Con un panorama mucho más gris que el de hace unos días, algunas personas se dejaron ver por las calles y vías de Ibiza.

La avenida de España o la de Santa Eulària fueron testigos de la actividad de algunos vecinos durante la mañana de ayer. Nada hacía presagiar que, a lo largo del día, el número de contagiados en la isla pasaría de dos a 10 personas.

Excepciones

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Antes de que esto sucediera, decenas de ibicencos aprovecharon las excepciones a las restricciones y salieron a la calle; algunos fueron a entidades bancarias, otros sacaron a pasear al perro, y los más imprudentes fueron a comprar una hogaza de pan al horno de su barrio.

Éste es uno de los pocos establecimientos del comercio minorista que permanece abierto durante el confinamiento. Poco a poco, fueron apareciendo personas con bolsas de la compra, mendigos con sus cartones y sus mantas de tela, operarios de la ORA, vecinos que, apurando en el rellano de sus casas, hablaban con otros inquilinos de la finca. También aparecieron barrenderos y operarios municipales, pero ni rastro de actividades de ocio. Se volvió a cumplir.

Los minutos comenzaron a pasar y el profundo vacío de las calles, avenidas y vías volvieron a convertir Ibiza en una ciudad fantasma, por la tarde-noche. Sin embargo, desde los balcones se podía observar el espíritu de lucha inquebrantable que tienen los vecinos de Ibiza. Un espíritu preparado para luchar contra toda una pandemia internacional. Hoy Ibiza volverá a despertar, volverá a combatir como lo lleva haciendo desde el minuto uno.

«Todos estamos concienciados aquí, sólo tienes que mirar a tu alrededor», indicó una ibicenca.