Imagen de los semáforos paritarios instalados hace unas semanas en algunas calles de Vila.

Hace algunos días el alcalde de Eivissa, Rafa Ruiz, cuyo comportamiento en Twitter comienza a ser sospechoso y preocupantemente similar al de Donald Trump, salvando las distancias, tuiteaba eufórico que «no hay nada como poder cambiar la realidad que nos envuelve, es la esencia de la política». Esta es una sabia reflexión propia de un auténtico maestro de la política, de un brillante estadista, ¿quién podría negarlo? Lástima que terminara su tuit de forma decepcionante: «A partir de febrero los coches eléctricos no pagarán zona azul en nuestra ciudad». Olvidemos que esta novedosa medida que se pospone hasta febrero de 2018, ya se aplica desde hace años en las principales ciudades de España y en muchas de Balears, de modo que Ruiz no ha inventado la pólvora que no explota. Pero considerar que esta medida supone cambiar la realidad que nos envuelve, supone incurrir en el ridículo si tenemos en cuenta los coches eléctricos que circulan por las calles de Vila. No me detendré en analizar el poder adquisitivo de quienes los conducen, porque no es plan escarnecer a un líder político de un partido socialdemócrata, que hoy es el último día del año y conviene tener la fiesta en paz.

Cuando se me ocurrió felicitar al alcalde a través de un tuit donde le daba la enhorabuena y equiparaba una medida tan revolucionaria a la decisión de gastar 6.000 euros en transformar 35 semáforos de peatones en «semáforos paritarios», por la tan poco feminista medida de ponerles falda a los monigotes, el primer edil me envió el enlace de un artículo publicado en la prensa de la concejal de Participación Ciudadana, Igualdad y Transparencia, Carmen Boned, y me mandó leer y aprender un poquito de ella.

Lee y aprende. Yo, que soy un voraz lector y que disfruto aprendiendo, pues soy consciente de lo poco que sé de casi todo, agradezco que el alcalde Ruiz, que notoriamente es un hombre sabio y culto como pocos, de gran dialéctica y de reflexiones de gran profundidad que a menudo no están al alcance de cualquiera, me mande leer y aprender. Lo hace por mi bien, seguro. Muchas gracias, pero he de decirle que su arrogancia le pierde, maestro Rafa. Inmediatamente me vino a la memoria aquella escena de Star Wars episodio II, donde el maestro Yoda se enfrenta al malvado Conde Dooku y le dice: «Mucho que aprender tú tienes, mi antiguo padawan».

Tengo la sensación de que Ruiz añora sus años de profesor de gimnasia, pues últimamente no pierde ocasión de reprender a todo el mundo que se atreve a citarle, si no es para alabarle como el gran pozo de sabiduría que cree ser. Pero en fin, que hablamos de gimnasia, no de literatura, ni matemáticas, ni filosofía o latín. ¡Gimnasia! De seguir así, algún día le veremos entrar en Can Botino con el silbato y el cronómetro colgados al pescuezo. Pero si de verdad aspira a suceder algún día a Vicent Torres al frente del Consell d'Eivissa, debería tratar de emularle en lo posible y no mostrarse tan altivo y tan pagado de sí mismo, tan sobrado como para mandar a leer y aprender a los demás.

Por otra parte, el artículo que me mandó, escrito por la concejala Boned y que yo ya había leído -y criticado aquí-, me parece una burla, una broma de mal gusto trufada de topicazos que inhabilitan a alguien para el cargo de responsable de igualdad. Poner faldas a los monigotes de los semáforos para identificarlos con el género femenino me parece propio del machismo más casposo y troglodita que cabe imaginar.

Argumento de autoridad. Y es que ni Boned ni tampoco el maestro Ruiz gozan del argumento de autoridad en esta, ni en tantas otras cuestiones, como para mandar a nadie a aprender. En materia de igualdad puedo yo, humildemente, explicarle algunas cosas que hice en el año 2002, mucho antes de que ZP aprobase la Ley del matrimonio homosexual. Cosas de verdad, no humo, ni faldas en semáforos. Cosas que sí suponían cambios brutales para miles de personas, en colectivos subyugados por normas aberrantes y anticonstitucionales, que perpetuaban la desigualdad y la discriminación.

Pero sucede que, como decía Sócrates, la verdadera sabiduría está en reconocer la propia ignorancia. De modo que leeré y aprenderé todo lo que pueda. Le agradezco el consejo y la lección. Pero no comulgaré con ruedas de molino, como el gran maestro Ruiz pretende, ni daré por revolucionarias medidas que afectan a unos pocos adinerados. En eso, querido alcalde, no seré su padawan.

A todos les deseo una feliz Nochevieja, un año 2018 próspero y que no falte la salud. Y sabiduría, que no viene mal.