A Ángel Palerm Vich (Ibiza, 1917 - Ciudad de México, 1980) la periodista de PERIODICO de IBIZA Y FORMENTERA Amàlia Sebastián le dedicó en octubre de 2016 una reseña biográfica en la que escribía que «fue un hombre que tuvo que exiliarse varias veces a lo largo de su vida». Y no es para menos, nacido en 1917, pronto empieza a sentirse atraído por el mundo de la política. En 1933, cuando todavía era estudiante, entró en la Confederación Nacional del Trabajo, conocida como CNT, y organizó un grupo relacionado con el movimiento anarcosindicalista en la isla. Combatió por la República y finalmente no le quedó otra que exiliarse, con su hermano Nito (Juan Antonio), en México.
Precisamente Nito, en plena Guerra Civil española fue con Caridad Mercader, conocida por ser la inductora del asesinato del político y revolucionario ruso León Trotski que entonces vivía en México, a comprar armas para la República sovietizada. Asímismo se sabe que Palerm enseñó en Barcelona a Ramón Mercader a hacer cócteles molotov, unos días antes de que fuera asesinado el exlider en Méjico y que se encontró al magnicida en la avenida Juárez de la ciudad de México DF. Sobre la relevancia de la obra antropológica de Ángel Palerm hablamos con el Dr. Luis Vázquez León que es otro de los grandes antropólogos mexicanos.
—Don Luis, ¿cómo fueron los comienzos de Palerm en México?
—Ángel, como fue el caso del grupo conocido como los «refugiados españoles» de manera genérica, se tuvieron que labrar la vida con dificultades. En especial los llamados «niños de Morelia». Poco a poco se fueron integrando para sobrevivir por su propia cuenta. De estos refugiados políticos, Ángel destacó por integrarse rápidamente al nuevo país.
—Usted conoció y es discípulo de Ángel Palerm, ¿recuerda algún comentario que le hiciera de sus años ibicencos?
—Mi relación con Ángel fue distante. Mucho más cercana fue con Ricardo Téllez, uno de sus estudiantes en 1967 en la Escuela Nacional de Antropología e Historia.
—Por su filiación marxista, hasta qué punto Ángel dejó demasiado fosilizada la antropología mexicana, es decir la dejó demasiado cerrada. De hecho usted se ha referido a la obra de Palerm como una obra de institucionalización.
—Una vez escuché el comentario de que la antropología mexicana era estalinista. La influencia existió, pero no hay que darle tamaña capacidad. Más bien a Ángel le costó en carne propia sufrir la connivencia de los comunistas estalinistas de México y España cuando renunció al Partido Comunista de España, aunque no está clara su salida del Partido Socialista Unificado de Cataluña.
—¿Cómo vivió Ángel la masacre de estudiantes en la plaza de las Tres Culturas?
—Ángel, junto con un grupo de jóvenes profesores de la ENAH conocidos como los «7 Magníficos» y conformado por Arturo Warman, Guillermo Bonfil, Margarita Nolasco, Mercedes Olivera y Enrique Valencia, se sumó al movimiento estudiantil de protesta, y participó en las marchas. Fue una tragedia dolorosa cómo terminó este florecimiento democrático. Pero toda esa generación siguió bregando por mejorar México, interesada como Ángel en «los grandes problemas nacionales».
—Me ha comentado usted que ha tenido contacto con la familia de Ángel y que viven en Guadalajara (México).
—Es casi una anécdota. Resulta que recibí un correo de una profesora de la Universidad de Guadalajara en que me pedía un ejemplar del libro Palerm en sus propias palabras. Sí me dijo que era hija de uno de sus hermanos de Ángel. Fue una sorpresa enterarme que una rama de la familia Palerm se vino a vivir aquí
—Para terminar, ¿cómo calificaría el legado cultural de don Ángel Palerm y del exilio español en México?
—El legado de Ángel como maestro y «antropólogo mexicano» – identificación de él mismo se dio, lo que sorprendió a un grupo de colegas españoles en un congreso en Madrid, recién muerto Francisco Franco – es múltiple y aún visible. No solo forjó a numerosas generaciones de estudiantes sino que creó instituciones antropológicas, y heredó ideas que aún nos siguen apasionando.
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