Nada más llegar a Ibiza, el pintor catalán se enamora del paisaje ibicenco y empieza a plasmar en sus cuadros escenas costumbristas que reflejan la vida de payeses y pescadores en el puerto, el mercado o el campo. Las obras de esta nueva etapa creativa las expone en diferentes ciudades del mundo como Buenos Aires, Montevideo o Río de Janeiro. En 1926, la Generalitat de Cataluña le hace el encargo de pintar el gran óleo de ‘La batalla de las Navas de Tolosa' para el Saló Sant Jordi del palau de la Generalitat.
Cansado de tanto viajar, en 1932, con setenta años de edad, decide instalarse definitivamente en Ibiza, donde consigue la paz y la tranquilidad necesarias para iniciar una prolífica actividad artística, con diferentes obras que retratan escenas cotidianas más intimistas.
En los años cuarenta, el matrimonio Barrau compra en Santa Eulària la que sería su última casa en el Puig de Missa. En 1954 hace su última exposición en la Sala Busquets de Barcelona, al mismo tiempo que su salud, especialmente la vista, le empieza a fallar.
A pesar de las dificultades, siguió pintando casi hasta el final de sus días. En el año 1957, a los 91 años de edad, Barrau murió en los brazos de su mujer en su casa de Santa Eulària, donde fue enterrado finalmente en el cementerio de esta localidad.
En homenaje al pintor, el Ayuntamiento de Santa Eulària decidió dedicarle una de las calles que conducen al Puig de Missa, su lugar de residencia en la última etapa de su vida y fuente de inspiración artística.
Calle Pintor Laureà Barrau
Parte de su legado se quedó en Santa Eulària
Tras la muerte del pintor, su viuda decidió que parte de la obra de su marido se quedara en Ibiza y donó a la parroquia de Santa Eulària cerca de doscientas obras que forman parte del museu Barrau que se abrió en la localidad, en la sede del Sindicato Agrícola, para homenajear a uno de sus vecinos más célebres.
Autor de una obra prolífica, Barrau, fue un artista impresionista que no se dejó llevar por las tendencias artísticas del momento. En sus cuadros, el pintor catalán recrea retratos, escenas costumbristas o paisajes con un magistral empleo del color y el pincel que le proporciona a su obra mayor autenticidad.
El legado de Barrau se reparte actualmente en importantes pinacotecas como el Museo del Prado, el Museo Getty, en California, el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, o el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona y en diversos museos de Buenos Aires, Montevideo, París y Río de Janeiro.
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