Según informó ayer el Ayuntamiento a través de un comunicado, la Policía Local participó la semana pasada en la operación junto a la Guardia Civil e Inspección de Trabajo y Hacienda, organizando redadas contra la explotación sexual en dos establecimientos. En el operativo, los agentes levantaron actas conforme se comprobó que se estaba realizando una actividad económica en estas casas, sin que sus propietarios pudieran aportar licencia alguna.
La primera teniente de alcalde y concejala de Policía, Paquita Ribas, ha recordado que, en el último año, el Ayuntamiento ya ha logrado clausurar tres establecimientos que se dedicaban a la prostitución en Sa Carroca y Platja d'en Bossa.
La Guardia Civil informó esta semana que en la operación ‘Totsuma' fueron identificadas más de 30 mujeres de distintas nacionalidades, imputándose a los administradores y al encargado de los dos domicilios un delito contra el derecho de los trabajadores y delitos relativos a la prostitución y la explotación sexual.
Según explicaron fuentes de la investigación, el propietario de uno de los locales le consta una búsqueda, detención y personación en un juzgado de la Península.
Durante el operativo se detuvo a un hombre como presunto autor de un delito contra la salud pública al menudeo. Los agentes de la Policía Local llevaron a cabo el levantamiento de actas de control de los establecimientos e instalaciones en cada domicilio donde se ejercía esta actividad ilegal sin licencia.
Los inspectores de trabajo han requerido documentación de dichos establecimientos y las identidades de todas las personas implicadas.
Ahora, los inspectores de Hacienda analizarán la documentación incautada. La operación continúa abierta y se investigan los supuestos delitos contra la Hacienda Pública y la Seguridad Social, así como un delito contra el derecho de los trabajadores.
L A N O T A
Controladas las 24 horas del día con un dispositivo
Las 30 mujeres identificadas manifestaron estar en el lugar de manera voluntaria. Residían en ambas viviendas, por lo que les cobraban 30 euros diarios, incluyendo comida y bebida. Sin embargo, el trabajo de las mujeres era controlado mediante un dispositivo conectado a un sistema informático. Este dispositivo, consistente en un reloj de pulsera, lo portaban las mujeres durante toda la jornada laboral, si bien los investigadores comprobaron que en uno de los locales el horario comprendía las 24 horas del día.
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