María Nieves Rebolledo Vila, más conocida como Bebe, regresa el domingo a Eivissa para actuar a las 19.00 horas en Las Dalias Opening Festival junto a Macaco. Horas antes de aterrizar en nuestra isla, la cantante nacida en Valencia en 1978, aunque extremeña de adopción, atendió la llamada de PERIÓDICO de IBIZA Y FORMENTERA. Una charla donde esta cantautora nos habló de su trayectoria artística, iniciada en 2004 con el disco Pafuera telarañas, de su papel como madre de Candela, una niña de seis años, de la situación actual de la mujer, y de lo que le inspira Eivissa, un lugar que la acogió «cuando decidió romper con todo».
—Asegura que ha cambiado mucho desde que es madre. ¿Tanto cambia la maternidad?
—Por supuesto. Sobre todo si es buscado y deseado como es mi caso. Te hace ver la vida de otra manera y para mi todo ha ido a mejor.
—¿Su hija Candela escucha su música? ¿Es su mejor fan?
—(risas). Hombre no se la pongo todos los días pero intento que la música, sea cual sea, forme parte de su vida como algo natural.
—Ella canta en el tema Qué llueva... ¿Le gustaría que fuera cantante?
—Aún es muy pequeña. Lo importante es que sea feliz y buena persona, se dedique a lo que se dedique.
—Sigue al pie del cañón tras más de diez años. ¿Se considera una superviviente?
—Más bien me considero una privilegiada porque hago lo que siento, lo que quiero y bastante a mi aire. Tengo la suerte de que siempre he podido ir haciendo lo que me pide el corazón.
—Su último disco se llama Cambio de piel. ¿Por qué?
—El cambio de piel es algo que tendríamos que hacer todos al menos una vez al año, como los animales. En mi caso fue dar el paso a una etapa de más madurez después de diez años de mi primer disco Pafuera telarañas y de que cumpliera mi sueño de ser madre. Entiendo el cambiar de piel como algo natural y ojalá lo pueda seguir haciendo muchos años.
—¿Qué queda entonces de la Bebe del principio?
—Muchísimo, aunque con el paso de los años te vas desprendiendo de muchas cosas, sobre todo de las que no son necesarias y no te hacen bien. Todos evolucionamos. Por ejemplo, cuando eres más joven eres más irreverente por fuera y cuando cumples años lo eres más por dentro. No es ni bueno ni malo, es diferente.
—Y ahora, ¿hacia donde va su música?
—Hacia donde ella quiera y hacia donde me pida el corazón y me permita la vida.
—Presume de que las canciones le salen de dentro. ¿Qué le inspira nuestra sociedad?
—A mí me inspira la vida y lo que sucede a mi alrededor. Por ejemplo, ahora estoy componiendo una letra junto a un amigo sobre un tema muy emocionante, el de un niño con una enfermedad de las consideradas raras que ha tenido que aprender a andar. Además, colaboro en un proyecto de Renfe que se llama Tu historia y tu canción que también es precioso. Lo cierto es que ahora no me sale, por ejemplo, hablar de política.
—Siempre se ha considerado una mujer fuerte e independiente. ¿No tiene miedos por lo que cantar?
—(risas) Miedos e inseguridades tenemos todos y yo también los tengo. A pesar de ello y aunque la vida es una cuestión de supervivencia ahora vivo una etapa en la que intento mostrar ilusión, sobre todo a mi hija Candela.
—Lo cierto es que es un ejemplo para muchas mujeres. ¿Qué consejo le daría a las que sufren en su día a día?
—(risas) No soy nadie para dar consejos. Soy igual que cualquiera y por eso soy su cómplice. Lucho por lo mismo que ellas, sacar adelante a mi hija, convivir con mi pareja, disfrutar de mi trabajo... Eso sí, tenemos que ayudarnos mucho entre nosotras porque aún hay mucho trabajo por hacer en materia de igualdad.
—Regresa a Eivissa. ¿Cómo se presenta el concierto?
—Con muchos nervios porque me hace mucha ilusión dar un concierto al aire libre ante tantos amigos. Además, ahora regreso con Candela, a la que le prometí que alguna vez le enseñaría esta isla tan maravillosa y que me ha dado tanto.
—¿Tanto le ha dado la isla?
—Por supuesto. Me hizo mucho bien cuando yo decidí cortar con todo. Cuando peor estaba y me iba a ir a viajar a Centro Europa decidí cambiar a última hora y venirme a Eivissa. Y no pude acertar más, porque aquí encontré paz, amigos que nunca olvidaré y un lugar mágico. Es una isla que adoro y que me encantaría que mi hija adorara tanto como yo.
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