Sobran los dedos de una mano para contar las calles de Vila dedicadas a una mujer. Con esta frase resumía el alcalde Rafael Ruiz la poca presencia femenina en el callejero de la ciudad. Si exceptuamos los abundantes nombres de santas, apenas encontramos tres o cuatro. Y, entre todas ellas, tal vez una de las más queridas y recordadas es Catalina Fons Riera, una maestra de escuela nacida en Barcelona, que llegó a los 12 años a Eivissa, lugar donde su padre, un oficial de la Guardia Civil, fue destinado.
Catalina fue conocida con los años como “doña Catalina” y se convirtió en una de las maestras más populares de Vila hasta que se jubiló en 1983 después de casi cuatro décadas dedicada a la docencia en diferentes centros de Vila, Sant Antoni y Formentera.
Marià Serra, ex director del Institut d'Estudis Eivissencs y marida de una de las dos hijas de Catalina, recuerda algunas de las anécdotas protagonizadas por su suegra. En los años 80 recibió la Medalla d'Honor del Consell Insular d'Eivissa i Formentera y, desde el organismo insular, decidieron celebrar un acto solemne para entregarle la medalla. Catalina se negó en rotundo y decidió, en su lugar, invitar al entonces presidente del Consell, Marí Calbet a que fuera a su casa y le entregara el galardón en el salón sin permitir que asistiera la prensa. Según su yerno, “no le gustaban ni los periodistas ni los actos de homenaje”. “Tenía muy clara cuál era su profesión y no le gustaba nada de cara a la galería”, explica.
Catalina murió en 1997 cuando todavía no le habían dedicado la calle. Seguramente, si lo hubiera sabido se habría extrañado porque, según su yerno, “tenía un gran sentido de la modestia”. Hoy, este nombre de mujer luce en una calle que está entre el barrio de es Viver i platja d'en Bossa en una zona residencial relativamente nueva donde las grúas todavía están levantando edificios nuevos. Ubicada junto a Pere Matutes Noguera, esta avenida está repleta en verano de turistas maleducados cuyas vidas hoy serían muy diferentes si hubieran pasado por las disciplinadas manos de doña Catalina. Probablemente, la mayor parte de los vecinos que residen en la zona no saben quién fue la popular maestra. En las manos del ayuntamiento está ahora que la labor de tantas otras mujeres ibicencas se reconozca con nuevas placas.
La maestra de matemáticas de varias generaciones
Catalina Fons desarrolló durante buena parte de su carrera profesional como maestra en la escuela de sa Graduada pero fueron sus clases de repaso las que le hicieron popular entre los estudiantes. Comenzó esta labor en una planta baja del paseo Vara de Rey y fue la maestra de matemáticas de diferentes generaciones de ibicencos, hasta el punto que es difícil encontrar en Vila estudiantes de los años 50, 60 y 70 que no hubieran pasado por sus clases. Preparó a diversas promociones de alumnos que opositaban a maestros o se presentaban al examen de Estado para entrar en la universidad y en el aula era una mujer muy seria que imponía su autoridad y que dejaba claro que en sus clases se iba a aprender y no a pasar el tiempo.
Sus jornadas como profesora eran maratonianas. Trabajaba desde las 7 de la mañana hasta las 10 de la noche y nunca rechazó a un alumno por cuestiones económicas. Ser maestra fue para Catalina más que un trabajo, un modo de vida.
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