«Quiero explicar de forma amena y divertida lo que aprendí gracias a los once años que pasé en Es Cubells, desde 1962 hasta 1973, lo que me han contado sus habitantes y lo que he encontrado investigando en libros sobre historia de mi querida islita», explicó ayer a este periódico el conferenciante, conocido por todo el mundo como Reiala porque su tatarabuela «tenía una finca que lindaba con uno de los caminos reales creados por el rey Carlos III».
Su charla comenzará con las primeras noticias que se tienen sobre un asentamiento en el lugar, cerca de Puig Redo, y donde se han encontrado restos de una muralla prehistórica construida presumiblemente 1.500 años antes de Cristo, y continuará con los hallazgos de asentamientos rurales en las zonas de Poniente, hacia Es Vedrà, Can Guimó y el Puig d'en Curt.
Posteriormente, intentará explicar de donde viene el topónimo del lugar aunque no se sabe con exactitud. «Las dos teorías más extendidas sobre el nombre de Es Cubells hacen referencia una familia que se asentó en el lugar durante la llegada de los catalanes en el siglo XV, una asegura que provenían de la localidad de Cubells, en la comarca de la Noguera de Lleida, y otra que éste era realmente su apellido», explicó Reiala.
«Sólo para valientes»
A pesar de estos primeros asentamientos durante los dos siguientes siglos el lugar nunca llegó ser un núcleo poblacional medianamente importante. Desde 1784 fue parroquia de Sant Josep, pero la aridez de sus tierras, la proximidad de los acantilados y la lejanía con esta localidad, convertían la zona en un lugar «sólo apto para valientes y decididos». Así, según el conferenciante, Es Cubells sólo comienza a tener cierta importancia a finales del siglo XIX, «cuando los hijos de algunas familias payesas empezaron a transformar en viviendas las pequeñas barracas construidas por los pastores y los agricultores para refugiarse de las tormentas y del frío». Además, gracias a la mediación del religioso carmelita, Francesc Palau, se construyó en 1864 una pequeña capilla dedicada a la Virgen del Carmen que con el paso del tiempo perdió su culto y acabó siendo habitada por ermitaños y agricultores.
Poco a poco, Es Cubells siguió dando pequeños pasos en su historia, hasta que en 1933 el entonces obispo administrador de la isla, Salvio Huix Miralpeix, decidió que se convirtiera en una parroquia independiente. Según Reiala, la figura de este religioso catalán, máximo responsable de la diócesis de Eivissa desde 1927 a 1935 y asesinado en Lleida por combatientes del bando republicano en plena Guerra Civil, fue «fundamental» en el desarrollo de este pequeño núcleo urbano. «Decidió coger una parte de Sant Jordi, otra de Sant Francesc y más de la mitad de Cas Marins para crear la parroquia independiente y puso en marcha la construcción de una iglesia que, sin embargo, quedó paralizada por la llegada del conflicto».
Se construye la iglesia
Finalmente, una vez acabada la guerra se retoma la idea de construir una iglesia en Es Cubells, y en 1941 comienzan unas obras «interminables» que, tras diversos parones, no se remataron hasta el año 1958. En el nuevo templo, de pequeñas dimensiones y con una sola nave que se apoya en contrafuertes, se decidió incorporar la vieja ermita como presbiterio y añadir la casa parroquial en la parte posterior.
Además, según Reiala, gracias a la mediación del entonces obispo Antonio Cardona, «se consiguieron unos dos mil metros de terreno junto a la iglesia, que fueron destinados a una plaza y unos jardines que aún se conservan», y unos años después, el 13 de mayo de 1961 se inauguró la Casa de Espiritualidad Santa Teresa, actualmente regentada por las religiosas de las Carmelitas del Padre Palau y que se ha convertido en uno de los símbolos de la localidad. «Las primeras monjas se establecieron antes de que Es Cubells fuera parroquia independiente en una casita cerca de la iglesia llamada Ca Na Realina y al poco tiempo gracias a su trabajo se acabó creando un lugar de ejercicios espirituales con unas hermanas que actualmente se encargan de mantener la iglesia y cuando es el día grande del pueblo, llevar la imagen de Santa Teresa en procesión».
Auge del cemento
Las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado supusieron un impulso definitivo para el pueblo tal y como recuerda Pep Reiala. «A principios de los sesenta, cuando yo llegué aquí Es Cubells era un lugar muy bonito pero inhóspito, que no tenía luz eléctrica, teléfono, agua corriente, escuela y con una carretera que se acababa de construir, y poco a poco, conseguimos que los niños dejaran de andar doce kilómetros todos los días para ir a Sant Josep a estudiar y que, por ejemplo, hubiera un servicio regular de autobús».
Sin embargo, estos cambios y la llegada del turismo también provocaron un giro radical en la fisonomía del pueblo y de zonas como Cala Llentrisca, Cala d'Hort o el puig de Sa Serra. «Desgraciadamente, llegaron los compradores, los especuladores o un francés que se hizo dueño de casi toda la costa y en cinco años las casas payesas pasaron a ser chalets con vallas protectoras y los vecinos ya no podíamos acceder a zonas hasta entonces públicas», recuerda con cierta rabia. Una situación que según Reiala, sigue igual más de cuarenta años después porque a nadie le «ha interesado» poner fin «a tales desmanes».
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