Prevención
Por su parte, en Santa Eulària y Sant Joan, de momento, el único recurso hídrico procede de aguas subterráneas, pero el fuerte crecimiento de la población está causando también la sobreexplotación de los acuíferos y, por tanto, la intrusión de agua marina y descenso del nivel dinámico de los pozos, lo que dificulta mantener el abastecimiento del agua potable. «Estos dos municipios no utilizan agua desalada, pero el objetivo es que les pueda llegar y tengan la posibilidad de mezclar o intercambiar con el agua de los pozos», apuntó el gerente, que recordó que es una medida «preventiva» para conservar los acuíferos. Según destacó, la interconexión demuestra que también tiene una «finalidad medioambiental», ya que si estuviera en marcha se conseguiría «no castigar tanto» a los pozos.
La finalización de las obras de esta infraestructura pondría fin a los problemas de abastecimiento de agua potable, según explicó Eduardo del Castillo, que lamentó que el fin de la obra haya coincidido con la crisis económica. De hecho, más del 90% de la interconexión insular está acabada, pero las obras llevan paradas desde 2011 por falta de presupuesto, aunque tal como recuerdan desde Aqualia solo son necesarios cinco millones de euros, cuando el coste total aproximado de las obras de la interconexión (depósitos, bombeos y conducciones), junto a las tres desaladoras de la isla, ronda los 90 millones de euros.
Con la puesta en marcha de la desaladora de Santa Eulària (15.000 m3), que está operativa desde 2012, y la finalización de las obras de interconexión, Aqualia podrá suministrar, sumando la producción de las tres plantas desalinizadoras, 45.000 m3 de agua al día que permitirán llegar a cualquier punto de la isla y abastecer a 250.000 habitantes.
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