Mariano Llobet Román (Eivissa, 1927) recibió la semana pasada la insignia de Oro del Ilustre Colegio de Abogados de Balears por sus 50 años de ejercicio de la abogacía. Llobet tiene una larga historia como funcionario de la administración en numerosos destinos, incluidas las colonias del golfo de Guinea, también ha sido presidente de Fomento del Turismo y de la Asociación Española de Centros de Iniciativas Turísticas. Ha publicado varios libros sobre la Guerra Civil y la República, pero esta entrevista se centra en su larga experiencia como letrado.
—Acaba de recibir la insignia de Oro por sus 50 años de abogado. ¿Cómo ve el ejercicio de la justicia en la actualidad? ¿Las cosas van mejorando o empeorando?
—Cuando me di de alta [en el Colegio] no había ni un solo abogado que pudiese vivir de la abogacía. Estaba José Costa, que era oficial de la Notaría, el oficial del Registro... Mi memoria ya me falla. Las cosas siempre mejoran. Quien ha conocido la pobreza de Eivissa, que no miseria, porque aquí no era como en Andalucía... Eivissa ha cambiado más durante mi vida que en los dos milenios anteriores. Cuando la Isla pasaba de ser mora a ser cristiana, el pobre seguía siendo pobre y el siervo seguía siendo siervo y el que estaba arriba seguía arriba, si no le cortaban el cuello.
—Pero los cambios son cada vez más rápidos. Ahora vivimos tiempos especiales...
—No, los tiempos siempre han sido especiales. Hablan de crisis, pero se están atando los perros con longanizas. Cuando ofrecen pagar menos del salario mínimo, prefieren no trabajar a aceptar eso... Claro, es muy cómodo vivir del paro. No critico que no haya que dar, porque hay que dar el pan a todo el mundo, pero la sobrasada se la tiene que ganar cada uno, y aquí todo el mundo quiere pan con sobrasada y mantequilla y mermelada.
—Tras 50 años de abogado, ¿puede resumir en pocas palabras cuál es la lección aprendida?
—Mire, en eso casi ha sido negativa, porque es indiscutible que antes tanto la abogacía como la Justicia tenían un valor superior al que se le da hoy en día. Yo soy muy amante de las formas. Creo que las formas casi siempre son más importantes que el fondo. Ahí está la liturgia de las religiones, el protocolo... Y yo me quedé anonadado cuando alguno se presentó a jurar el cargo de abogado en vaqueros y mangas de camisa. ¡Por el amor de Dios! En mis tiempos un caballero no podía presentarse en mangas de camisa.
—El ejercicio de la Justicia en Eivissa carece de medios adecuados, tanto técnicos como humanos. A su juicio, ¿por qué cree usted que no se pone remedio?
—Eso nunca va a estar... Y eso no mejora la Justicia. Ahora los tiene como nunca los ha tenido en toda su historia...
1 comentario
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Ocurre que la moralidad es algo de cada uno y la legalidad es, se supone, igual para todos... por lo que la frase, aunque bonita y resultona, pues no me vale.