Todos los años los estudiantes del instituto XARC de Santa Eulària se meten en el papel de una persona ciega o de una persona en silla de ruedas gracias a la iniciativa Antifaç i rodes.
Con el paso del tiempo esta iniciativa, puesta en marcha hace seis años por la profesora Vicky Alemany y la delegación de la ONCE en Eivissa, se ha convertido en un clásico en la Isla. Cada vez cuenta con mayor aceptación entre el alumnado e, incluso, este año se han unido a los jóvenes de Santa Eulària sus compañeros del instituto Sa Colomina.
Así, en esta edición unos 300 alumnos de bachillerato han probado la experiencia de estar ciego o ir en silla de ruedas durante un día. «Llevo desde las 08,00 horas con el antifaz puesto y enseguida te das cuenta de lo duro que es ser ciego porque en muchas ocasiones es agobiante no ver nada y sólo escuchar sin saber donde estás», explicaba Marcos, uno de los participantes.
Afortunadamente y con el fin, según Alemany de «trabajar también la confianza en los demás», cada uno de los voluntarios cuenta con la ayuda de un compañero que le hace de ‘lazarillo'. «Esto es muy difícil y si no fuera porque siempre tengo a Claudia a mi lado no podría dar un paso sin matarme», explicaba Lourdes, mientras intentaba no caerse.
Enorme satisfacción
Uno de los que más orgulloso está del crecimiento del proyecto es el director de la ONCE en las Pitiüses, Mariano Torres. «Los chicos están muy concienciados e interesados en sentir como vivimos las personas ciegas y ya no lo hacen sólo por divertirse sino por sensibilización».
Algo que para él es sumamente importante. «Si logramos que estos jóvenes, que son nuestro futuro, entiendan las dificultades que tiene una persona con discapacidad en su día a día habremos avanzado mucho en el camino de la concienciación».
Dichas dificultades las vivieron al recorrer lugares de los dos municipios como el CETIS, la biblioteca de Can Ventosa o a playa o el embarcadero en Santa Eulària. Incluso, como explicaba Vicky Alemany, «este año los del XARC nos hemos subido a un autobús y hemos comprobado lo difícil que es usarlo para una persona ciega o en silla de ruedas y lo amables que eran los pasajeros y los conductores».
Además, este año el programa incluye una novedad. A petición de dos alumnas del instituto de Santa Eulària algunos estudiantes también se ha convertido en sordas durante la jornada sin poderse quitar sus cascos. Y es que, como aseguraba una de las jóvenes participantes «está genial comprobar lo que sienten estas personas para que respetemos mucho más de lo que en ocasiones hacemos».
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