Con 25.000 pesetas me quedé en 1981 tres meses en Eivissa»,explica Marco Grippia Giampietro más conocido en la Isla como Ciccho (Chicho en castellano) un italiano que lleva pegando pósters de discoteca desde hace 26 años. Marco llegó a la Isla en coche con varios amigos pasando antes por la Costa Brava.
Cuando aterrizó Eivissa en el 81 recuerda que no había nada. Tras seis años en la Isla y después de visitar las principales discotecas (Ku y Pacha) le ofrecieron trabajo en Amnesia «cuando todavía estaba la disco abierta al cielo», más tarde empezó a pegar carteles de Space y posteriormente de Ku y con los años de Privilege, empresa con la que continúa trabajando en la actualidad.
En bicicleta y con una mochila «que pesa casi 30 kilos porque llevo más de 600 carteles» se mueve por el puerto de Eivissa y sus calles aledañas para empapelar las puertas de comercios con los posters de las principales fiestas de Privilege.
Con los años, Marco asegura que el ambiente entre compañeros ha mejorado muchísimo, pues al principio era «una guerra». «Ahora hay más compañerismo y en muchos casos amistad. Antes, a finales de los 80 y durante los 90, siempre había peleas entre carteleros porque venía uno y quitaba tu poster o se peleaban por los sitios donde pegarlo; volaban hasta sillas», puntualiza. Con los años y su simpatía acompañada por su actitud positiva y ganas de trabajar se ha ganado la confianza y amistad de muchos de los dependientes y dueños de las tiendas, restaurantes, bares y peluquerías donde cuelga esta publicidad. «Recuerdo que en los 90 hubo unos años que estaba prohibido pegarlos, pero lo hacíamos igual. Teníamos un celo más duro, que sonaba más y los municipales cuando estaban a 100 metros y lo oían venían corriendo. Yo tiraba la mochila y me hacía un paseante más porque los dependientes y dueños me conocían y decían '¡los municipales!'», recuerda.
En su mochila todos los días hay un mínimo de 600 carteles para repartir por todo el puerto de Eivissa. Cuenta, además, que un buen truco para que los turistas no arranquen los carteles es romperlos por un lado y, sobre todo, no pegarlos uno encima de otro: «Los más jovencitos se piensan que para ganar tiempo se pegan uno encima del otro, pero eso no es así porque el que está encima siempre se arranca primero para ver qué hay debajo».
Con 54 años y una vitalidad digna de ser envidiada, este diseñador gráfico cuenta que este es su trabajo preferido, aunque lo compagina con su labor de conocido relojero. Tiene claro que cuando se canse regresará a su Milán natal. «Mientras haya salud continuaré haciendo este trabajo porque me gusta y me lo paso muy bien».
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