ice la mili aquí, en sa Coma, y desde entonces no había vuelto a estas instalaciones. Por eso, hemos decidido Hvenir a ver cómo son ahora por dentro, si han cambiado mucho y, por supuesto, a celebrar el Día de Balears», explicaba José, un vecino de Vila que acudió a la celebración autonómica en sa Coma para recordar y ver en qué ha cambiado este antiguo cuartel militar de Eivissa. Los plafones informativos que instaló el Consell d'Eivissa sobre los proyectos de reforma y mejora de las instalaciones ayudaron a las 11.200 personas que participaron ayer en esta cita, según la organización, a conocer mejor dónde se ubicará el campus universitario, las instalaciones deportivas, el centro de coordinación de emergencias del 112 y otros servicios, como un campus de medio ambiente.
La parte más informativa se mezcló con la más lúdica con la que sin duda los más pequeños disfrutaron al máximo. Así, los talleres de chapas e imanes y papiroflexia se completaron con actividades deportivas, como el tiro con arco, juegos tradicionales que compartieron con sus abuelos, como la petanca, y maquillajes con mucha fantasía.
Uno de los espacios que más poder de atracción tuvo para los pequeños fue la zona de Emergències donde estaban ubicados los camiones de bomberos, las ambulancias y lanchas acuáticas, por ejemplo. De todos estos recursos, los que más visitas de niños recibieron fueron los camiones de bomberos donde los pequeños se turnaban para subir y tocar la bocina o bien saludar a sus progenitores a través de la megafonía. Y, por supuesto, tocar la sirena. Allí se encontraba el pequeño Daniel, de nueve años, con su mamá, Rosa. «Yo no quiero ser bombero. Quiero ser policía. No hay coches de policía», se apresuraba en comentar el pequeño, mientras su madre explicaba que era la primera vez que decidían acudir a los actos por el Día de Balears: «Nos hemos animado porque hay muchas actividades para niños y es una buena manera de pasar la mañana festiva».
En esa misma zona aterrizó cerca de la una de la tarde un helicóptero del 112 que tenía previsto hacer un simulacro de rescate que finalmente se retrasó por el viento. Para amenizar la espera, pequeños y mayores aprovecharon para hacerse fotos con el helicóptero.
Otro de los puntos más atractivos fue la plaza central de sa Coma, donde se ubicaban el mercado de artesanos de Aaple y es Juvert. En ese lugar también tuvieron lugar las exhibiciones de doma menorquina, las demostraciones de ball pagès de la colla de Can Bonet y la Federació de Colles de Ball i Cultura Popular d'Eivissa i Formentera. Si bien el baile tradicional se llevó muchos aplausos fueron los caballos menorquines y sus jinetes quienes captaron toda la atención de las cámaras de fotos.
La Eivissa más tradicional también estuvo presente con la muestra de razas autóctonas, que preparó la Federació Pitiüsa de Races Autòctones.
Bocata gigante
En esa ubicación de sa Coma estaban los trabajadores de la empresa El Tirol, que pusieron la nota gastronómica a la jornada festiva con la preparación de un bocadillo gigante de 40 metros de largo y 120 kilos de embutido en su interior para un total de 1.500 personas. A este 'tentempié' se sumó la paella mixta de 300 kilos de carne y 250 kilos de arroz que los trabajadores preparaban desde las nueve de la mañana de ayer para servir 2.500 raciones. «Ycreo que se nos está quedando pequeña porque se ve mucho ambiente», explicó Fernando Vivancos, trabajador de esta empresa.
A más de dos horas de empezar a servir el bocata gigante, en la cola se podían contar más de cien personas. Cuando finalmente llegó la hora, las dos de la tarde, los primeros de la fila empezaron a hincar el diente al trozo de bocadillo que les había tocado. Otros, en cambio, abandonaban la espera con comentarios como «yo no hago tanta cola para un trozo de bocata con chorizo» para dirigirse segundos después a la barra solidaria de la Plataforma Sociosanitaria, donde los voluntarios vendían bebida, patatas y hasta pinchitos de carne, por un euro. Horas más tarde, en las inmediaciones de sa Coma se dejaron de ver los coches aparcados y los ríos de gente cruzando por el puente para dirigirse a sus vehículos.
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