Tras 30 años en la Audiencia Nacional, Ignacio Gordillo se ha pasado al ejercicio de la abogacía privada. Uno de sus clientes es el PP balear, acuciado por casos de corrupción.
Es uno de los hombres que más ha luchado contra el terrorismo y el narcotráfico en los últimos seis lustros. Tras abandonar en enero su puesto de fiscal en la Audiencia Nacional, fichaba por el bufete de abogados Martínez-Echevarría, Pérez y Ferrero, con sede principal en la Costa del Sol y despachos en una docena de países europeos. En febrero, el PP reclamaba sus servicios.
-¿Cómo se fraguó su acuerdo con el PP balear?
-Cuando en enero pedí la excedencia en la Audiencia Nacional me incorporé al despacho de Martínez-Echevarría. El PP se dirigió a nosotros para que defendiéramos los intereses del PP en Baleares. Aceptamos defender sus intereses del PP desde el punto de vista jurídico y, sobre todo penal, ya que manifestaban que había un distinto rasero a la hora de las actuaciones judiciales en presuntos casos de corrupción.
-¿El PP quería a algún abogado del despacho o a usted en concreto?
-Quisieron que yo asumiera la defensa quizás avalado por mis 30 años de experiencia como fiscal en la Audiencia Nacional.
-¿Cuál ha sido su labor en estos cuatro meses?
-Hemos estudiado varios procedimientos y hemos decidido personarnos como acusación particular en el 'caso Palma Arena' al estimar que en ese procedimiento aparece citado en varias ocasiones el Partido Popular como perjudicado de actuaciones irregulares. En el accidente del tren de Inca nos hemos personado como acusación popular. Hubo varios heridos, alguno de ellos muy grave y en virtud del artículo 125 de la Constitución defenderemos los intereses de los ciudadanos. También hay una denuncia presentada contra los Servicios Ferroviarios de Mallorca (SFM) por el tema del metro. Ante la no actuación de la Fiscalía Anticorrupción se presentó una denuncia. En el 'caso Bomsai', donde están imputados los señores Ramis d'Ayreflor, Sainz de Baranda y Pol, también estamos estudiando si nos personamos como acusación particular o popular. El PP también nos ha encargado la investigación a Margarita Nájera en relación a un solar comprado a un recaudador municipal.
-¿Cuál es el fin de todas estas actuaciones?
-Mi labor no es la defensa de ningún imputado, ya que ellos tienen su defensa jurídica. El PP, como institución y ante las acusaciones de que está o estaba permitiendo que hubiera corrupción, quiere dejar claro que es el primer interesado en luchar contra la corrupción en este partido.
-¿No habrá ninguna actuación dentro del 'caso Matas' ni con los esposados del Palma Arena?
-En relación a Matas, él tiene su abogado defensor y hemos sabido estos días que ha habido una vista ante el recurso presentado por el auto de prisión y las medidas cautelares que la defensa considera excesivas. Y es esa defensa la que lleva el asunto. En cuanto a las detenciones, estamos manifestando que estamos en contra de esas detenciones de 72 horas, televisadas, con publicidad...Hay una circular de la Fiscalía General de Estado en la que dice claramente que en esas detenciones hay que preservar la presunción de inocencia, la imagen y honorabilidad de esas personas y que no procede detener a unos ciudadanos que están localizadas, tienen domicilio y los hechos de los que se les acusa ocurrieron hace tiempo. Lo lógico es que se las citara con todas las garantías para que presten declaración. Salvo que exista un evidente riesgo de fuga esas detenciones 'periodísticas', con perdón, no deberían producirse.
-El PP se queja de que no se les trata igual que a otros partidos y denuncia una persecución política.
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En sus críticas ante esta doble vara de medir creo que tienen bastante razón, pero no creo que haya una persecución política contra el Partido Popular.
-¿Se puede decir que se ha cambiado de bando?
-No, en absoluto. Ni me he cambiado de bando ni mucho menos de chaqueta. Yo alabo el trabajo dificilísimo de los fiscales Anticorrupción y todos tenemos el mismo objetivo que es acabar con esta lacra. Estos compañeros no son enemigos, sino todo lo contrario.
-¿Este paso que ha dado es un preámbulo para entrar en política?
-No, nadie me lo ha ofrecido y nunca se me ha pasado por la cabeza dedicarme a la política. Soy un profesional totalmente ajeno a la política. Cuando era fiscal no pertenecía a ninguna de las dos asociaciones (conservadora y progresista) y eso me impidió ascender. Esta fue una de tres las razones por las que dejé la Audiencia. Las otras dos fueron que cada vez hay gente más joven y mejor preparada que reclaman un sitio, y porque quería estudiar el Derecho desde otros aspectos.
-¿Le gustaba el apelativo de 'indomable'?
-Bueno, era un adjetivo periodístico que nos pusieron a una serie de fiscales como Fungairiño, la señora Márquez de Prada y Rovira, entre otros. Nosotros somos indomables porque, como cualquier fiscal, no estamos sujetos más que a la ley. Quien no me va a someter nunca es ningún partido ni ningún medio. Igual que no se consiguió siendo fiscal, como abogado tampoco.
-Usted es una de las personas que mejor conoce a Baltasar Garzón. ¿Es un héroe o un villano?
-Yo he estado en la Audiencia 30 años y él 22 y hemos trabajado en multitud de casos, muchos muy complicados como el 'caso GAL'. Lo primero que hay que hacer es alabar su trabajo en la lucha contra el terrorismo, el narcotráfico y el principio de universalidad. Ahora tiene tres procesos abiertos en el Tribunal Supremo. Le deseo la mayor de las suertes y, en mi humilde opinión, no creo que haya base para una sentencia condenatoria en ninguno de los tres caso por los que está acusado: cuentas de Nueva York, 'caso Gürtel' y el asunto de la memoria histórica. Quizás, haber abandonado un poco antes la Audiencia Nacional hubiera sido un acierto.
-¿El ego ha sido el peor enemigo de Garzón?
-Sí. Baltasar Garzón es un gran juez pero en la Audiencia Nacional hay un gran peligro porque se habla del juez o del fiscal con nombres y apellidos y eso, se quiera o no, afecta a cualquiera y puedes creerte una estrella. El afán de protagonismo es perjudicial hasta para las propias investigaciones. En la Audiencia Nacional hay seis jueces, Garzón era uno de ellos, pero es mucho más conocido que Ismael Moreno o el juez central 6 a quien no le conoce nadie.
-¿Qué pensaba cuando quienes alababan al juez Garzón luego le criticaban y viceversa?
-Era raro que una persona que hoy es maravillosa, mañana fuera un desastre. Pero eso lo englobo dentro de la labor de los medios de comunicación y le apoyaban cuando estaba de acuerdo con lo que investigaba y le criticaban cuando no les parecía bien.
-¿Qué se siente al tener a un terrorista cara a cara?
-Nunca hemos sentido un odio, aunque era muy difícil controlarse ante personas que además de haber asesinado te insultan, te amenazan y buscan que pierdas los papeles. La mayor satisfacción es una sentencia condenatoria ratificada luego por el Tribunal Supremo. La Audiencia Nacional ha hecho una gran labor contra el terrorismo y en favor de las víctimas, que son las grandes olvidadas y perjudicadas en estos delitos.
-¿Cuándo y cómo veremos el final de ETA?
-Cuándo me da miedo decirlo y cómo únicamente a través de la lucha policial y judicial, como hasta ahora.
-Defíname a Rubalcaba, Acebes y Mayor Oreja.
-Rubalcaba es la insistencia. Acebes, la inteligencia y Mayor Oreja, la auténtica rectitud.
-Cuando oye a Mayor Oreja decir que el Gobierno sigue negociando con ETA, ¿qué piensa?
-Si el señor Mayor Oreja lo dice, motivos tendrá, pero ojalá que se equivoque.
-¿El 11-M fue un atentado islamista?
-Yo creo que sí. Quizás no sepamos nunca de dónde viene el verdadero inductor, pero no tengo ninguna duda de que las personas juzgadas y condenadas lo fueron justamente.
-¿Su día más duro y más feliz en la Audiencia Nacional?
-El más duro cuando ETA asesinó a mi compañera Carmen Ragle el 12 de septiembre de 1989 y el más feliz mi primera jornada en la Audiencia Nacional.
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