La misa solemne a la patrona de Eivissa y Formentera se vivió ayer entre el vaivén de decenas de abanicos. Los asistentes a la misma misa y a la posterior ofrenda floral no podían dejar de entrar y salir de la Catedral por el tremendo calor mientras Vicente Juan Segura, el obispo de Eivissa y Formentera, ofrecía un discurso manifestando la devoción por Santa Maria.
Al fondo de la Catedral, multitud de personas se congregaban con un ramo de flores en la mano para hacer su ofrenda personal a la Mare de Déu de les Neus. Al son del canto coral, los más pequeños esperaban para recorrer el largo pasillo hasta llegar a los pies de la patrona, que presidía la misa por detrás del obispo.
Pocos minutos después de las ocho, Vicente Juan Segura ponía fin a su discurso y daba paso a la esperada ofrenda. Maria, una niña de seis años, sostenía una rosa roja en las manos: «Lleva días esperando ponerle la rosa en los pies a la Virgen. Le hace mucha ilusión porque se llaman igual», comentaba Carla, su madre.
Y tras finalizar la ofrenda, procesión por las calles de Dalt Vila. Con el obispo Segura, la alcaldesa Lourdes Costa y el president Antich al frente, se ponía punto y final al día conmemorativo por Santa Maria. Marina Bonet
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