25 anys fa ja que hem començat i això jo no hagués mai somniat, que en sentir es so des tambor s'ompliria de goix el meu cor». Estos versos y otros tantos más se exponían ayer en el centro parroquial de Sant Vicent con motivo de los 25 años de existencia de la colla de Labritja. «La primera ballada tuvo lugar en abril de 1984, pero no en Sant Vicent, sino en Sant Joan. En esta exposición, además del recorrido visual por nuestra historia como agrupación folclórica, también se puede nver las noticias que han aparecido en prensa sobre nuestras actividades», afirmó Vicent Planells, que fundó este grupo de baile payés con Josep Bonet y Ana Roig. La exposición de la colla, que recorrerá los pueblos del municipio coincidiendo con las fiestas patronales, se inauguró ayer en el marco del día grande de Sant Vicent.

Como suele ser habitual en este tipo de festejos tradicionales, el obispo de Eivissa, Vicente Juan Segura, se encargó de la homilía en honor al patrón, del que destacó su gran labor como predicador. Con cerca de 20 grados de temperatura, los que decidieron esperar en el plaza de la iglesia el fin del sermón del obispo optaron por resguardarse bajo las palmas o el porche de la iglesia.

Tiempo después las figuras procesionales salieron a hombros de fieles de todas las edades para dar la vuelta a la iglesia. Para entonces, los más pequeños empezaron a reclamar a sus padres y madres la presencia de los dulces más esperados en este tipo de fiestas: los bunyols y las orelletes. Pero se hicieron esperar porque no fue hasta la cuarta ballada de la colla de Labritja cuando las bandejas empezaron a circular entre los grupos de gente. Y para refrescar la garganta, un trago de vinito payés que hasta incluso los más reacios al caldo de la tierra se atrevieron a probar para intentar calmar la sensación de calor de la que ya parece primavera oficial. María José Real