Cincuenta baches contados a lo largo de las avenidas Cala de Bou y Es Caló, una treintena de agujeros que una vez iban a albergar árboles pero que ahora están cubiertos con hormigón, desniveles en las aceras «mal parcheadas con asfalto», esquinas «rotas por el paso de los camiones que no tienen lugar para girar porque están mal hechas» y jardineras en mal estado.

Éstos son sólo algunos de los desperfectos que pudieron observar ayer una decena de comerciantes de la asociación Bahía Negocios en un recorrido que realizaron por el barrio para constatar en qué estado están los trabajos del Plan de Excelencia, ante el inminente final de obra que tiene previsto entregarse mañana.

«Nos oponemos que se entregue la obra en estas condiciones porque el barrio está lleno de baches y desperfectos», explicó el coordinador de la asociación Antonio Ribas Prats que destacó que los comerciantes están «cansados» de que les «engañen». «No lo entendemos, es mucho tiempo y siempre van dando largas. Ya no nos fiamos», agregó Ribas Prats, acerca del retraso de cuatro años que llevan los trabajos de este Plan de Excelencia, cuya inversión asciende a 3,6 millones de euros aportados por el Gobierno Central y del Govern balear, a los que se suman otros 547.198 euros sufragados por el Ayuntamiento de Sant Josep y un crédito de 2,4 millones de euros del Fomit para obras de infraestructura como soterramiento de cables de telefónica, luz y mejora de pluviales. En total, más de cinco millones de euros en obras para un barrio que sigue «lleno de fallos».

En este sentido, los comerciantes están preocupados no sólo por lo que se ve, sino también por lo que no se ve. «Si esto está así a simple, cómo estará abajo», se preguntó el coordinador, quien destacó que los comerciantes están «intranquilos porque queda un mes para Semana Santa» y en los últimos años no hacen más que recibir «quejas de los turistas sobre las condiciones de la zona». «Necesitamos que dejen el barrio acondicionado. Pero no vemos a ningún responsable de la empresa ni del Ayuntamiento que venga a constatar la cantidad de fallos que hay. Si los marcáramos con grafittis, tendríamos Cala de Bou lleno de pintadas», concluyó.

Los comerciantes aseguraron que durante el recorrido se encontraron con un grupo de operarios «que venían detrás para intentar suavizar desperfectos sobre la marcha». «Cuando llegamos a un sitio que se llama Moby Dick, arriba de la acera había un charco de agua por el desnivel de la calle mal hecha e hicimos una foto. Automáticamente vino un coche, bajó un operario y puso a quitar el agua. Fue absurdo, una cosa de niños», relató Ribas Prats, que destacó que los operarios les seguían en el coche durante el recorrido.