Dentro de la programación de la Setmana Gastronómica que se celebra en Eivissa hasta el 8 de marzo, se ha incluido una conferencia sobre el movimiento de caracter internacional Slow Food. Laura Boadas, presidenta de Sloow Food Balear y Alberto Fraile, miembro del movimiento y también editor de la revista Namaste, serán los encargados de explicar cuál es la filosofía Slow Food y los proyectos concretos que se están llevando desde Palma. La conferencia será esta tarde a las 20'00 horas en la Extensión Universitaria.
Lo que intenta este movimiento que surgió en Italia es «rescatar productos autóctonos que están en peligro de desaparición y que están elaborados artesanalmente y de manera ecológica», explicó Fraile.
Está en conexión con la forma de vida que se da en las islas. «Aquí en Balears tenemos la filosofía de ir poc a poc, y esa es al fin y al cabo la esencia de este movimiento», añadió Fraile también portavoz de la agrupación.
Se basa en tres conceptos: bueno, limpio y justo. «Los alimentos debe ser buenos, de calidad; limpios, es decir que no estén contaminados con pesticidas y que no ensucien la tierra; y también debe ser producidos de una manera justa. No es lógico que se destruya el tejido social de una comunidad y se explote a unos productores», añadió.
«Intentamos que todos los productos o productores que están dentro de esta asociación o que son apoyados por ella cumplan estos tres requisitos. Hay que apostar por la agricultura ecológica, pero no la de monocultivo extensiv0, sino la que respeta el equilibrio de los cultivos y las estaciones», afirmó. «No tiene sentido que se esté importando cordero de Nueva Zelanda cuando aquí en Balears se produce mucho cordero. Sería lógico cuando se importan productos que no hay esta región», añade.
«El trabajo principal que hacemos en Balears es conectar a los productores con los consumidores haciendo que la cadena de distribución sea lo más corta posible. Quién se beneficia de este sistema de distribución son los supermercados y esto perjudica a los productores, ya que no se les paga bien por su trabajo y acaban abandonandolo», añadió. Apuestan por un consumidor, al que llama coproductor, no pasivo sino responsable, «que se pregunte de donde viene, cómo ha sido producido o en qué condiciones se ha cultiva», concluyó Fraile.
Natalia Salazar
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