Y al fin, todos a navegar

«No es la primera vez que montamos en barco, pero sí con los compañeros de clase», afirmaba la pequeña Lucía, mientras su amiga Avelina se apresuraba a puntualizar que en sus mochilas había «mantas, cojines y besitos de mamá». Algunos también llevaban chicles para el mareo: «Me habían dicho que tenía que comérmelo media hora antes, pero es que ya llevamos aquí dos horas y no hemos subido al barco. Cuando nos vayamos ya no me harán efecto». Pau Arranz, tutor de este curso, afirmó que sus alumnos estaban muy emocionados: «Llevan días nerviosos por la salida; están muy felices de salir juntos al mar». Esa emoción iba en aumento cuando el grupo se dispuso a subir a los barcos: «Qué guay. Estoy deseando que llegue la noche para dormir en el barco», comentó una de las alumnas. María José Real