os chicos que participan en este curso aprenden una rutina laboral: horarios, actitudes frente al trabajo y la motivación, por ejemplo», comenta Belén Rodrigo, terapeuta de la Asociación de Defensa de Salud Mental (Deforsam). El taller en el que los pacientes pueden aprender a hacer redes de pesca se realiza desde hace dos años. Poco después, los chicos pasan a tener unos contratos en el centro especial de empleo para personas con enfermedad crónica Deforsamar, creado por la iniciativa de Deforsam y la cofradía de pescadores de Eivissa. En estas sesiones participan adultos con edades comprendidas entre los 20 y 50 años, aproximadamente. «Los primeros días están nerviosos, incluso se agobian un poco, pero con el paso del tiempo aprenden que es una rutina, aunque siempre deben permanecer atentos para no equivocarse», afirma Emilio Benítez, profesor de este curso y pescador profesional. Y añade: «Con el paso de los días se lo pasan muy bien en estas clases, se relajan mucho y mejoran las relaciones sociales entre ellos». Según cuenta Benítez para hacer una red los alumnos pueden tardar unas cuatro horas o más: «Hay que contar todas las mallas que lleva, unas 200, y después tejerlas con cuerda y trasmallo». La producción de redes varía en función de los pedidos que hagan los clientes: «Hay algunos que nos piden 20, cinco, 10. Por el momento llevamos hechas unas 60, aproximadamente». El objetivo es que tras el paso por este taller los alumnos puedan encontrar un trabajo relacionado con todo lo que han aprendido en las sesiones.

María José Real

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