La presencia militar en la isla, que se ha ido reduciendo paulatinamente, llegará a su mínima expresión después de que los últimos soldados abandonen el recinto de sa Coma, que será vendido al Consell.

Según informan desde el Ministerio de Defensa, todavía no está cerrada la compra con el Consell, pero si finalmente se consigue sólo quedaría en Eivissa una comandancia naval que coordina los movimientos de los buques de la Armada en la zona y dos residencias militares, una en Eivissa y otra en Sant Antoni.

Desde Defensa no saben concretar el número exacto de personal que quedará en Eivissa, pero explican que, en cualquier caso, son «muy pocas personas».

El Ministerio de Defensa ya aprobó a principios de año la disolución de la unidad militar de sa Coma. El presidente del Consell, Xico Tarrés, explicó recientemente que está en negociaciones con el Ministerio de Defensa para comprar estos terrenos militares, que abarcan 500.000 metros cuadrados y donde se quieren construir infraestructuras deportivas y la nueva depuradora de Vila. Además, incidió en que los pocos militares que quedan actualmente allí se quedarán unos meses más, algo que a la máxima institución insular le viene bien para que se continúe con las labores de mantenimiento.

En el acuartelamiento de sa Coma trabajaban a finales de 2007 una veintena de militares, frente a los cerca de 1.500 que hubo hace unos años, cuando todavía estaba en vigor el servicio militar obligatorio y había presencia de hombres de todos los puntos de España.

En los últimos años, el personal se ha ido reduciendo paulatinamente, aunque hasta hace poco la OTAN seguía viendo interés estratégico en el cuartel de sa Coma. Finalmente se ha renunciado a él y se está en negociaciones con el Consell para vender y desmilitarizar los terrenos definitivamente.

El cuartel de sa Coma fue inaugurado en octubre de 1975 tras abandonar el Castillo y los edifcios correspondientes actualmente al colegio e instituto de Blanca Dona. El cuartel llegó a albergar la presencia de un millar de hombres, pero tras la supresión del servicio militar obligatorio en 2001 se redujo a un contingente de entre 60 y 70 profesionales, quienes se encargaban del control del material y del mantenimiento de las instalaciones. De albergar un regimiento, el Teruel de Infantería, nº 48, y una unidad de Artillería, así como cuerpos de servicio, pasó a un batallón adscrito al Palma nº 47 y, de ahí, a tener personal sólo de mantenimiento.