Miles de personas, entre ellas la familia de Isaías Carrasco, representantes institucionales del Gobierno, de distintas comunidades autónomas y de todos los partidos democráticos, despidieron ayer al ex edil socialista Isaías Carrasco en el funeral oficiado en Arrasate (Guipúzcoa).
El oficio comenzó pasadas las 17:00 horas en la parroquia San Juan Bautista, que se encontraba abarrotada de público, mientras cientos de personas seguían bajo la lluvia las palabras del obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, en el exterior del templo.
Los aplausos y las escenas de dolor y solidaridad con la familia se sucedieron desde que el féretro salió del Ayuntamiento precedido por cerca de cincuenta coronas y ramos de flores.
El ataúd atravesó la plaza del pueblo a hombros de dirigentes socialistas como Patxi López y Miguel Buen, que lo cedieron a los concejales socialistas de Arrasate y, después, a familiares de la última víctima de ETA, quienes lo introdujeron en la iglesia.
En el Ayuntamiento, en el otro extremo de la plaza, había varios francotiradores de la Policía apostados en las ventanas, mientras que de la fachada del Consistorio colgaba una pancarta con el lema «Todos somos Isaías».
Entre los representantes institucionales que acudieron esta tarde a Arrasate se encontraba la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega; el presidente del Senado, Javier Rojo; el lehendakari, Juan José Ibarretxe; el presidente de la Generalitat, José Montilla; y los presidentes de Cantabria, Asturias y Andalucía, Miguel Angel Revilla, Vicente Alvarez Areces y Manuel Chaves, respectivamente. También asistieron dirigentes de todos los partidos democráticos.
Entre el llanto de algunos de los asistentes, el obispo constató en su homilía la conmoción e indignación provocadas por «la violencia desalmada de ETA». Trató de consolar a los familiares al asegurar que «Jesús está junto» a ellos «para ayudarles a seguir viviendo con toda dignidad, sin permitir que este manotazo terrorista los recluya en la depresión crónica o destruya su salud anímica y su amor a la vida».
Coraje y esperanza
Animó a los presentes a ejercer con «coraje» la «libertad de espíritu en este momento político decisorio, sin que ninguna coacción» encuentre «el eco más mínimo» en la sociedad y añadió que «la esperanza, siempre herida por acontecimientos terribles como éste, es necesaria para vivir. Sin la esperanza estamos muertos», concluyó.
Al término del funeral 'corpore insepulto', al que no pudieron acceder los medios de comunicación por expreso deseo de la familia, el féretro salió del templo portado a hombros hasta el coche fúnebre, que abandonó la plaza del pueblo entre los aplausos de los asistentes. Los familiares también han decidido que la incineración de sus restos mortales tenga lugar en la intimidad.
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