Los alumnos juegan con la tabla de windsurf para desarrollar el equilibrio.

Con la llegada de las vacaciones de verano los niños cuelgan sus mochilas, dejan los libros aparcados en el armario y, los más aventureros, sustituyen las clases del colegio y las horas frente a la videconsola por unas horas en la mar.

Con este objetivo el Ayuntamiento de Sant Josep organiza conjuntamente con el club 'Anfibios' cursos de buceo, vela optimist, windsurf, catamarán y kayak de mar, durante toda la temporada estival.

«Les ofrecemos a los padres que trabajan la alternativa de tener a sus hijos no sólo entretenidos sino aprendiendo un deporte», comentó Evaristo Roig, coordinador de Deportes del Ayuntamiento de Sant Josep.

Por su parte, el profesor de 'Anfibios' Jaume Torres añadió: «Nosotros les ofrecemos una actividad formativa y de disciplina a través de la que inculcamos valores necesarios para la juventud».

Para adentrarse a navegar en la mar no se requiere de unas cualidades físicas especiales. «Es indispensable que los niños sepan nadar y que no tengan miedo al agua, pero no es cuestión de fuerza sino, más bien, de habilidad y, sobre todo, práctica», aseguró Nicky Torres, otra de las profesoras del club.

En las clases de vela optimist los niños aprenden a tensar la vela para que no flamee, ver hacia dónde sopla el viento para escoger la dirección hacia la que tienen que navegar y a cazar la cuerda y girarla para que la vela coja aire.

En el caso del windsurf es fundamental mantener el equilibrio en las tablas y controlar el viento, por lo que sí se requiere de una fuerza mayor.

El kayak simple, doble y triple se presenta en estos cursos como un complemento a la formación. «Los kayaks los utilizamos para que los más pequeños se diviertan y aprendan a palear. Se trata de kayaks especiales para playa que no vuelcan», explicó la profesora Carolina Torres que añadió: «el curso de catamarán, en cambio, está destinado tanto a pequeños con unos barcos más pequeños, como para mayores que ya sepan navegar».

Las clases cuentan con un número reducido de alumnos, de cinco hasta ocho, para que los profesores les puedan prestar una mayor atención, sobre todo, a los más pequeños. «En total somos dos profesores por cada grupo» aclaró Nicky.

Por el momento, son muchos los jóvenes que año tras año repiten en la práctica de estas actividades pero todavía sigue faltando que la población de la isla se tire a la mar.

Irene Luján