La muerte de Jokin en Hondarribia marcó un antes y un después en el tratamiento del fenómeno 'bullyng', el maltrato entre escolares. «En todos los países ha habido un desencadenante que ha hecho saltar las voces de alarma y tomar conciencia de que no es un tema baladí. Cuando pasó lo de Hondarribia supuso un aldabonazo fuerte a las conciencias», dijo ayer José María Avilés, responsable de salud laboral de la confederación de STES-i, que abordó ayer este fenómeno en las Jornadas de Salud Laboral y Riesgos Psicosociales en la Enseñanza. Sin embargo, advirtió de que «el tratamiento del tema no ha sido el más adecuado; se necesita un debate suave y equilibrado de estas situaciones». Añadió que es un fenómeno «muy restringido, que es importante que se aborde con calma y de manera conjunta buscando una intervención desde todos los puntos de vista».

El 'bullyng' no es un fenómeno nuevo. «Es antiguo y conocido», precisó Avilés. Este experto opina que no ha ido en aumento sino que «ahora estamos fijándonos en cosas que antes no nos fijábamos; buscamos más calidad educativa y mejor situaciones de convivencia en los centros», dijo. Ahora se toma conciencia de que estas situaciones «producen daños y tienen consecuencias y hay que trabajar para erradicarlas». Avilés cree que se trata de un trabajo largo, que compara como «una carrera de fondo». «En la escuela le llamamos 'bullyng', en el trabajo 'mobbing' y en el ámbito doméstico, maltrato a mujeres. Estamos hablando de un problema social en el que tiene que participar la sociedad entera», subrayó. Aseguró que se ha de tomar conciencia social y alertó de algunos indicadores que dicen «que los ciudadanos empezamos a ver demasiado normal que quien tiene poder lo ejerza abusivamente y eso es un dato negativo que se ha de corregir».