Actuación del grupo riojano Nuestra Señora Virgen de la Antigua, de Alberite, que sorprendió a los presentes con sus coreografías. Fotos: S. GAITÁN

Fue un día antes de la entrada oficial de la nueva estación, pero la jornada grande de las fiestas de Sant Josep de Sa Talaia fue todo un homenaje a la primavera. Después de un invierno duro como sólo los más viejos de la isla recuerdan, el tímido sol que durante la semana ya se había ido haciendo un hueco en el cielo Pitiuso ayer brilló con una intensidad casi veraniega. Tanto se había hecho esperar que la gente lo recibió con la alegría propia de las cosas que se ansían. Así que habitantes de la población, visitantes de otras partes de la isla y turistas de vacaciones se pusieron sus mejores galas, ya pertenecientes a la temporada primavera verano, y acudieron a celebrarlo a la plaza del pueblo a la vez que honraban a su patrón, que también lo es de todos los padres de España.

El ambientillo ya se percibía desde primera hora de la mañana, cuando tuvo lugar la inauguración de la exposición de motos organizada por el Club de Vehículos Históricos de las Pitiusas. No era por tanto raro ver a moteros pasar cons sus Harleys por la carretera principal o disfrutando de una caña en las terrazas.
La caña. Otro elemento que ayer recobró el protagonismo que nunca pierde durante el año pero que sí se ve algo restado en los meses de frío. Ayer, durante la celebración de la misa que comenzó pasado el mediodía, era difícil encontrar un sitio donde sentarse para disfrutar de una. El resto permaneció en la plaza, pendiente de la entrada del templo, donde poco después de sonar las campanas una veintena de personas salían de espaldas mientras tocaban las castañuelas. Se trataba del grupo folclórico de La Rioja Nuestra Señora Vírgen de la Antigua, de Alberite, que brindó una espectacular y animada actuación a todos los presentes, que quedaron maravillados con la sincronía de movimientos y la elaborada coreografía al son de animadas y pegadizas cancioncillas. Las comparaciones son odiosas, pero algún que otro comentario sobre qué baile era el mejor, si el payés o el riojano, y siembre ganaba el de allí, qué le vamos a hacer. I. Muñoz