Las Pitiüses tienen una cultura viñeda, y así lo constatan las
fotografía aéreas del Ministerio de Medio Agricultura, que no se
corresponde con los documentos oficiales. Eso se debe a que la
mayoría de las parcelas no están inscritas en el Registro Vitícola
y, por tanto, se escapa al control de la Unión Europea. El Consell
tramitó el año pasado la regularización de 24,5 hectáreas de vid,
10 más que en el año anterior, aunque el porcentaje de extensión
que se encuentra fuera del control de la administración aún es
alto.
Desde 1970 la legislación española obliga a inscribir en el
Registro Vitícola este cultivo tradicional de la isla. La Unión
Europea dictó una orden en 1998 por la que obligaba a los
propietarios de las parcelas plantadas antes de ese año, que fue
cuando entró en vigor la normativa comunitaria que regula las
plantaciones, replantaciones y el Registro Vitícola, a que
justificaran su existencia ante la administración, aparte del pago
de una sanción de 500 euros. Pocos lo han hecho en Eivissa,
mientras que en Formentera, según el Consell, el nivel de
regularización es «altísimo», aunque aún queda por hacer.
La UE ya advirtió de que los propietarios que no regularizasen
sus cepas serían obligados a arrancarlas y, en el caso de que
tampoco lo hicieran, la propia administración se encargaría de
ello. Ante la escasa respuesta de los afectados, el Ministerio de
Agricultura, con el visto bueno de la UE, ha abierto desde entonces
sucesivos periodos de prórroga para tramitar la inscripción de
estas plantaciones.
La UE mantiene que la producción para autoconsumo se corresponde
a plantaciones de menos de 1.000 metros cuadrados de superficie,
cuando las parcelas de las Pitiüses tienen entre 2.000 y 3.000
metros cuadrados de media, y muy pocas producen vino para
comercializar. Precisamente casi todas las casas payesas
tradicionales cuentan con una parcela de terreno dedicada al
cultivo de vid abandonada o para consumo propio. Julia Torres,
técnica del Consell encargada de este proceso de regularización,
afirma que la gente «no es consciente de la importancia de
registrar la vid». Apunta, por ejemplo, la existencia de casos de
personas que han heredado la plantación y, como no tienen ningún
interés en explotarla, tampoco piensan en regularizarla.
Torres recuerda que los derechos de esas parcelas pueden ser
vendidos a otras personas (el valor es de 3.000 euros por hectárea
en Balears) y que sólo por ello ya vale la pena registrarla. Para
cultivar ahora vid hay que conseguir antes los derechos de una
plantación en regla. El Consell advierte además de que todo lo que
quede fuera del control de la UE, una vez arrancado, supondrá a la
larga una reducción de la superficie asignada a las Pitiüses, con
la pérdida de parte de la cultura agraria.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Periódico de Ibiza y Formentera
De momento no hay comentarios.