Uno de los alumnos recibe el diploma que acredita su asistencia a los cursos. Fotos: SONIA GAITÁN

Uno de los alumnos recibe el diploma que acredita su asistencia a los cursos. Fotos: SONIA GAITÁN

25/02/05 0:00
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Marroquíes, rumanos, franceses y austriacos. Son sólo algunas de las nacionalidades de los 60 alumnos que han participado en los cursos de español para inmigrantes organizados por el Ayuntamiento de Eivissa a través del proyecto de Mediación Intercultural. Durante varios meses, estas personas han asistido a las clases que se han llevado a cabo en el UTS Eixample y en Can Ventosa. Algunos con un conocimiento nulo, otros más avanzados, lo cierto es que las lecciones a todos les han servido para algo. Así lo afirman por ejemplo Mohammed y Moctar. El primero lleva 3 años en España, pero a pesar de ello asegura que su conocimiento del idioma se limitaba a lo que aprendía en el trabajo. El segundo casi no sabía una palabra, y aunque hablar todavía le cuesta ahora es capaz de entender casi todo lo que le dicen. Ir a a la gestoría, al banco o simplemente a una tienda les es más fácil desde que asisten a los cursos. Y es que, según María Rata, su profesora, muchos de ellos tienden a agruparse entre personas de su misma nacionalidad, algo que se pretende también evitar con los cursos.

Según algunos de ellos, ahora les es más fácil entablar conversación y por tanto conocer gente. María asegura que le ha sorprendido la facilidad que los extranjeros a los que ha dado clase tienen para aprender, pero que las clases también le han servido a ella para conocer muchas cosas: «Tienen unas ganas de aprender y una ilusión muy grandes. Creo que soy yo la que más ha aprendido de todos. Son personas que comparten, que tienen una forma de ser muy dadivosa y que conservan valores que entre nosotros están cada vez menos extendidos, como compartir con el vecino o el respeto a quien te puede enseñar algo», explica. Era fácil comprobar lo que dice María cuando los alumnos iban llegando al aula donde se les entregaría un diploma acreditativo. Provistos de comida típica de su país, mostraban una gratitud hacia su profesora que rozaba la veneración: «Gracias, muchas gracias a María», no paraban de repetir cada vez que explicaban cómo había ido en los cursos. Salidas y visitas a sitios de interés también han formado parte de esta iniciativa que se repetirá próximamente. I. Muñoz