En anteriores artículos me he referido al desaparecido duque de Alba Jesús Aguirre, pero lo hice mas bien en su calidad de amigo y como personaje, su forma de ser y su personalidad en sí. Hoy deseo referirme aunque sea superficialmente, pues el tema da mucho de sí, en su lado académico y escrito. Jesús ha sido uno de los personajes mas singulares y especiales que he tenido el honor y placer de tratar. Resulta difícil intentar describirle pues su personalidad se escapa, era muy compleja y sorprendente. Durante los años que lo traté no dejaba de asombrarme la cantidad de matices de su personalidad y los múltiples y variados adjetivos que deberían emplearse para definirlo, muchos son controvertidos y opuestos. Podía ser frío y distante, caluroso o entrañable, irónico, mordaz, atrevido y al mismo tiempo prudente. Silencioso y parlanchín, sabía escuchar y podía ser de los conversadores mas amenos y eruditos que he tratado. Bajo una capa aparentemente sofisticada, aparecía una persona leal, honesta y buen amigo, cuando se sinceraba podía ser increíblemente humano y siempre culto, erudito, de modales exquisitos y refinados. Era una personalidad irrepetible.

Una vez duque de Alba, podía pensarse que había superado con creces cualquier ambición y que andaba sobrado de títulos pero no fue así. Hombre de una gran talla intelectual y poseedor de una gran cultura, no se conformó con su posición y supongo que quiso aportar otros títulos a la casa Ducal, lo cierto es que a pesar de sus múltiples ocupaciones y deberes que el título de Duque de Alba conllevaba y las responsabilidades adquiridas, le quedó o busco tiempo para continuar con sus inquietudes intelectuales y en pocos años fue autor de múltiples libros en prosa y poesía, artículos en periódicos y revistas culturales e impartió conferencia en España y el extranjero. De entre todos sus libros yo quizás me quedaría con dos, «Casi ayer noche» donde emplea un lenguaje extraordinariamente culto con una gran riqueza de citas y pensamientos que requiere una lectura reposada y sosegada. Su amigo Juan García Hortelano es autor del prólogo, que se convierte en una crítica magistral de la obra y del autor. El otro libro preferido es «Las horas situadas» a este le tengo un especial cariño pues parte de sur artículos están escritos en «Saufabagura» su casa de San Antonio, es más algunos están dedicados a Ibiza y uno de ellos tuvo la gentileza de citarme. Es un libro ameno y de fácil lectura y el prólogo está escrito por otro amigo suyo Ricardo Gullón.

Como obra menor quisiera llamar la atención sobre sus discursos de ingreso en las diferente academias. En el año 84 ingresa en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando que versó sobre el descubrimiento de dos cuadros de Ribera en el palacio de Monterrey de Salamanca. Al regresar en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras en el año 85, su discurso fue «La Casa de Alba y la poesía Sevillana de los siglos XVI y XVII». En cuanto al discurso de ingreso en la Real Academia de la lengua tuvimos el placer de oírlo en Ibiza con motivo de la clausura de los cursos de verano de la Universidad Internacional del Mediterráneo que fue muy aplaudido. Por cierto todas las conferencias durante los años que fui secretario general se grabaron y al final de cada curso los entregué personalmente al Consell. Es un material valiosísimo que será muy importante tenerlo todo bien clasificado; están, entre otros, las voces de Raimond Carr, Hugh Thomas, Ausó, etc., etc.