Dice que desde pequeño tenía un don especial para la pintura. O así al menos lo aseguraban sus profesores cuando iba al colegio, que con apenas seis años le encargaron decorar la fachada de la escuela. Aunque prometía como pintor, la vida le llevó por otros caminos distintos al de la creación artística. Juan Francisco Cantuche nació en Zamora, pero desde hace 15 años pasa largas temporadas en Eivissa. Cuando encuentra faena, trabaja como hostelero, algo que no siempre es fácil: actualmente está en el paro y asegura estar pasando una mala racha. Sobre todo en lo que a vivienda se refiere, ya que vive en una pensión la cual no siempre alcanza a pagar.

Uno de los días que se encontraba en Cáritas, donde acude frecuentemente, habló con Lali Chamorro, una conocida asistenta social por Juan Francisco. Ambos pensaron que no sería mala idea organizar una exposición para explotar sus cualidades pictóricas. Darlas a conocer a los demás y, de paso, intentar sacar algún dinero por ellas para intentar salir del bache. La organización le aprobó el presupuesto de 100 euros que presentó para comprar el material necesario: pintura acrílica, masilla, corcho y pinceles que casi no ha llegado a utilizar porque casi todos los cuadros están pintados con los dedos.
«Me gusta plasmar pensamientos o lugares que conozco. La verdad es que me pongo a pintar y me sale sin esfuerzo, casi no tengo que pensar lo que voy a hacer», asegura Juan Francisco. Entre las 15 obras colgadas de las paredes se encuentran paisajes de Eivissa, de su Zamora natal y del mundo: «Aquella montaña es Colombia. Nunca he estado, pero un amigo que es de allí me lo ha contado y es como yo me lo imagino», explica. Otra es el pantano de Sanabria, bajo el que se encuentra un pueblo y del que aseguran que todavía se oyen varias veces al año las campanas de la iglesia. También encontramos una cruz verde, color muy presente en la exposición: «Es el color de la esperanza, que es lo único que se pierde. Y yo la tengo en poder dejar la pensión y vivir en un apartamento». Pero su preferida es la que muestra el puente de piedra de su localidad, el cual ha pintado de memoria.
Asegura que si vende algún cuadro, lo primero que hará será devolverle el dinero prestado a la organización. Aunque esto no es lo más importante. Lali Chamorro explica que lo que se persigue con estas iniciativas es que los que participan recuperen la confianza en ellos mismos y en la sociedad. Y que no pierdan la esperanza. Iván Muñoz