Seguramente la mayoría de los ciudadanos de Eivissa y Formentera
nunca habían oído hablar hasta ahora del peaje en la sombra, un
sistema de ingeniería contable con el que el Govern balear y el
Consell Insular piensan financiar la ampliación de las principales
carreteras de la isla. No se trata de ningún sistema de
financiación nuevo, sino más bien todo lo contrario con una
antigüedad de 40 años.
Peaje en la sombra es una traducción literal del término
británico «shadow toll». En Francia le denominan «peaje ficticio»
porque lo de peaje es un decir: los usuarios no pagan ninguna
tarifa por utilizar las carreteras. El sistema, como todo el mundo
sabe ya, se utiliza para que la administración pueda aplazar el
pago de la construcción de las carreteras. Las anualidades se
asignan en función del número de usuarios de la vía.
Por ejemplo, en el caso de la autovía del aeropuerto,
presupuestada en 60 millones de euros, el Ejecutivo autonómico
fraccionará el pago de los costes en un plazo de 25 años, con un
tope máximo de 221 millones, lo que supone prácticamente cuatro
veces más que el coste inicial.
El diario nacional El País publicaba el pasado 19 de septiembre
un artículo en su sección de Negocios sobre el peaje en la sombra.
Su autor, Germà Bel, recordaba que Bélgica fue el primer país en
usarlo, en la década de los sesenta, a través de una empresa
pública. El objetivo, según dice el escrito, era reducir el impacto
del coste de las autopistas sobre el presupuesto. «A corto plazo
así sucedió. A un plazo más largo el sistema quebró y fue
abandonado. Es lo que sucede habitualmente [más pronto o más tarde]
con la aplicación de sistemas de ingeniería contable, muy
desprestigiados ya en el ámbito de la financiación de las
infraestructuras. Porque la ingeniería contable siempre acaba
saliendo muy cara», concluía el citado artículo.
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