Para la Administración central, el turismo residencial supone
una forma de captar inversión extranjera y nacional en las zonas
turísticas, «al mismo tiempo que convierte a sus propietarios en
turistas permanentes, de ahí el efecto desestacionalizador que
conlleva y el impacto económico que produce», apuntó Mejía.
Y respecto a la queja de Exceltur y los hoteleros, explicó que
entendía su postura, «siempre y cuando la oferta residencial
suponga una competencia desleal en materia de comercialización
turística. No se puede criticar al turismo residencial tradicional,
porque cumple una función, pero también es cierto que es difícil
poder controlar esta oferta y valorar qué efecto negativo en
materia de competencia desleal provoca en la oferta hotelera».
Mejía, acompañado del secretario general de Turismo, Raimon
Martínez Fraile, así como por la directora de Turespaña, Amparo
Fernández, y el director de la OET en Londres, Ignacio Vasallo,
consideró que 2004, «se tiene que tomar como un año de reflexión
para valorar todos los cambios que se han producido en la industria
turística con las ventas vía internet y proliferación del turismo
individual. Hay que adaptarse a estos cambios para no perder cuota
de mercado».
Preguntado sobre el turismo de sol y playa está en crisis,
afirmó: «No lo está, pero debe evolucionar para no perder
competitividad. Hay que apostar por la segmentación de los mercados
y los productos».
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