Escribe el crítico de arte Arnau Puig lo siguiente: «Erwin
Bechtold es uno de los artistas contemporáneos más notables cuya
obra, lenta y en constante desarrollo, se ha impuesto por encima
del cansancio y deterioro sufrido por los informalismos
estrictamente gestuales». Creo que este párrafo resume al gran
artista que es Erwin, es decir, uno de los grandes artistas
actuales y de los más conocidos en el mundo entero.
Aunque normalmente escapo de los datos biográficos y me centro
más en el personaje en sí, hoy nos encontramos en un caso tan
especial que es indispensable dar algunos datos sobresalientes de
su vida. De joven se traslada a París y trabaja con Fernand Léger,
visita Barcelona y queda entusiasmado con España. Entabla contacto
con los vanguardistas catalanes y el grupo «Dau al Set», exponiendo
en las más prestigiosas galerías. En el 57 visita Ibiza y queda
entusiasmado, se instala en la calle San Carlos y reparte su tiempo
entre Ibiza y Barcelona. El año 59 es una fecha muy especial;
compra unas ruinas en San Carlos (curiosa coincidencia con el
nombre de la calle en Ibiza), las recupera y allí establece su
residencia, adjuntándole su magnífico estudio, quedando un conjunto
armonioso, combinando lo antiguo con lo moderno de una manera
perfecta y de un exquisito buen gusto. Este mismo año 59 funda con
otros pintores de diferentes nacionalidades el famoso e irrepetible
grupo «Ibiza 59», que alcanzó fama y prestigio en el mundo entero
haciendo una formación de una isla culta y centro de arte y de
artistas, como nunca más ha gozado la isla. Su centro era «El
Corsario». Actualmente Erwin es el único superviviente de los
fundadores del «grupo», mereciendo destacar que este año, en este
mes de octubre, se cumplen los 50 años de su estancia en Ibiza y el
próximo año cumple Erwin 80 años. Creo que son fechas a tener en
cuenta.
La obra de este genial artista es vasta y muy compleja: ha hecho
dibujo, pintura, diseño, arquitectura, relieves, interiorismo, etc.
En España merece destacar la maqueta y composición de la magnífica
revista Destino, cubiertas de libros de famosas editoriales, obra
gráfica en importantes carteles, las instalaciones de Àncora y
Delfín, oficinas de Ediciones Destino, la famosa tienda de Gonzalo
Cornellá, etc. Ha tenido exposiciones en todo el mundo, mereciendo
destacar: Sala Gaspar, Leicester Gallery, Fundación Miró, Sala
Biosca, Juana Mordó, Tate Gallery, René Metrás, etc., y los más
famosos críticos de arte se han ocupado de su obra; españoles como
Castro Arines, Cirici-Pellicer, Cirlot, Giralt-Mirache, Perucho,
Santos Torroella, Sert y críticos de todo el mundo. Su obra está en
las mejores colecciones privadas y hay cuadros suyos en museos de
la importancia de Tate Gallery Londres, Museo de Arte Contemporáneo
de Madrid, Museum of Modern Art, N. Y., Guggenheim Museum,
Fundación Miró, Museo Nacional Reina Sofía, Staatliche Museum,
Berlín, etc.
Con todo, lo importante de su obra y su trayectoria artística,
igualmente importante es el personaje en sí, Erwin Bechtold. Su
figura no pasa desapercibida, es muy alto, con buena presencia y
porte distinguido, de una simpatía arrolladora, culto, gran
conversador, todo él desprende optimismo y humanidad. Con él y con
Cristina, su inseparable esposa (que merece capítulo aparte), el
tiempo pasa sin darse uno cuenta. Erwin habla un catalán perfecto
con acento alemán y un castellano igualmente perfecto con acento
catalán, lo cual hace que la conversación adquiera una armonía
intimista perfecta. Él y Cristina son dos enamorados de Ibiza (sus
50 años aquí lo avalan) y en su San Carlos, en un aislamiento
buscado y que defienden con toda inferencia, son felices. Él es un
gran trabajador, disciplinado y organizado, tienen su grupo de
amigos y fuera de ellos hacen escasa vida social, les encanta la
soledad del campo y la tranquilidad de que gozan. No están
dispuestos a perder esta paz isleña a ningún precio, Erwin no desea
visitas inoportunas y no quiere vender obras en su casa como si
fuera un mercado, de ello se encargan sus galeristas. Su
independencia de pensamiento y comportamiento es irrenunciable.
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