La Fonda Pepe, el establecimiento con más pedigree y al mismo tiempo el más emblemático de Formentera, recibe tras 51 años de trayectoria una distinción de la Cámara de Comercio de Mallorca, Eivissa y Formentera.

Poco después de conocer la distinción que recibirá el próximo uno de octubre, Julián Tur, un personaje tan singular como la propia Fonda Pepe, servía unas cañas y ponía el 'Let it bleed' de los Rolling Stones mientras señalaba que «es curioso que los premios siempre se entregan al que vende más, al que más turistas trae o a una serie de circunstancias mensurables, pero la verdad no sé, porque no me lo han dicho, cuáles son los méritos de este establecimiento para recibir el premio».

Julián Tur Ferrer, que lleva prácticamente tres décadas tras la barra de la Fonda Pepe, e hijo de los fundadores, Josep Tur y Catalina Ferrer, se mostraba ayer sorprendido por la entrega de la distinción asegurando, con su ácido humor «no sé muy bien cuáles son los motivos de este premio, pero bienvenido sea». Irónicamente Julián afirma que «medio siglo no lo tengo pero entre mis padres y yo sí sumamos este tiempo al frente del local».

Aunque todo el mundo la conoce como la Fonda Pepe, tal como figura en numerosos carteles, folletos, artículos de prensa y reportajes de todo tipo, los más antiguos rótulos señalan el nombre del local como P.Y.K. Que no es otra cosa que las iniciales de «Pepe y Catalina» los fundadores que a raíz de unas fiestas patronales, y empujados por el capellán del momento decidieron ampliar su negocio, un pequeño bar, ofreciendo hospedaje a quienes se desplazaban a Sant Ferran para las fiestas patronales.

Claro está que una trayectoria de más de medio siglo en Formentera es un motivo claro, y sobre todo que la estructura de la fonda tal y como la conocen en Formentera «apenas ha experimentado cambios en todo este tiempo» dice Julián, que reconoce que «en el local inevitablemente se han realizado algunos cambios obligados por las necesidades, pero sigue manteniendo su espíritu originario» y en este sentido es tajante, «siempre se harán las reformas mínimas que permitan mantener el espíritu de lo que era la fonda, en la medida que ello sea posible».

Con su habitual socarronería Julián apunta que «probablemente esto de mantener un negocio durante 50 años, y aquí, ya es motivo de merecer un premio, pero no será por batir ningún récord de ventas sino simplemente porque hemos seguido estando aquí a lo largo del tiempo». Pese a que según el trabajo del momento o del humor no quiere a veces explayarse, por este local han pasado literatos, músicos, pintores, filósofos y escultores que han moldeado la historia reciente. Se dice que nadie importante que pisó Formentera dejó de visitar la fonda y eso es válido para Bob Dylan, Pink Flyd, Pete Sinfield y muchos otros que en su momento se refugiaron en la Pitiusa menor.

«No sé si la fonda tiene algo especial habría que preguntárselo a los clientes», pero lo cierto es que la mayoría de ellos acaban siendo fieles o adictos a la fonda, que se acaba convirtiendo en un lugar de peregrinación habitual entres formenterenses y turistas.

«Queremos mantener el estilo el aspecto antiguo de tantos años y que es perfectamente identificable», tanto que en numerosos lugares del mundo quien ve una foto del lugar sabe al instante de dónde procede la instantánea.