La chiquillería del instituto Balàfia se desgañitó ayer en aplausos y silbidos cuando el conseller d'Educació del Govern, Francesc Fio, manifestó que «es una satisfacción inaugurar el mejor instituto de Balears y deseo que sean los mejores alumnos de la isla». Los chavales también aplaudieron a rabiar a la directora del centro, Margalida Marí, cuando se subió al atril para dirigirse al público, la mayoría no sobrepasaba los 14 años, salvo Vicent Guasch, ex alcalde de Sant Joan, que estaba enmedio de los adolescentes alborozados. Marí recordó los inicios a mitad de curso y con más de un problema. Unos comienzos «gratificantes, pero duros y costosos».

Hablando de costes, tres millones y medio de euros ha costado este instituto, un proyecto que se ha materializado después de una decena de años y muchos problemas en la recámara. De la necesidad del instituto sabe bastante Jose Manuel Bar, director insular de la Administración General del Estado, al que los profesores saludaban con gran entusiasmo (¿Más incluso que a otros políticos que asistieron a la inauguración? ¿O serán sólo especulaciones gratuitas?) dada su vinculación con el mundo educativo. Bar tenía ayer motivos para estar feliz ya que el primer informe sobre la necesidad del instituto en Sant Llorenç lo hizo en 1992. De eso hace ya doce años. También había cierto entusiasmo en Antoni Marí 'Rota', ex delegado territorial de Educación, al pasear por el instituto, ya en marcha y en condiciones (sólo hay que ver los baños). 'Ja hi som', comentó un feliz Marí al ex alcalde, más alejados de la comitiva oficial presidida por Francesc Fiol, el presidente del Consell, Pere Palau, el conseller de Patrimoni, Joan Marí, el alcalde Sant Joan, Antoni Marí, y varios representantes de las instituciones. Los alumnos, aún en clase, no ocultaban su perplejidad ante el paseo de tantas personalidades por su instituto. Sin embargo, sí que escucharon atentamente lo que después dijeron los políticos. Primero, el alcalde de Sant Joan, la aplaudida Margalida Marí, Francesc Fiol y Pere Palau. Aunque sin duda, lo que no pasó por alto fue el talante de Fiol, que durante el discurso aludió a su antecesor (Damià Pons) porque las obras comenzaron durante su mandato y después dos profesores le mostraron su disconformidad con las medidas lingüísticas. Tras el asombro inicial del conseller, el propio Fiol y uno de los profesores conversaron ante una de las mesas del aperitivo. Eso se llama talante.