Michel Odovaine es un francés apasionado de la mar y que la conoce desde que es niño. Hace 15 años que abandonó la publicidad para dedicarse en exclusivo a ser marinero. Lleva tres años anclado en Talamanca y es el 7º dueño del singular y antiquísimo «Kesti», un barco de época de 80 años de venturas y desventuras. Muy orgulloso, matiza, que es casi ya de su hijo a quien a apodado cariñosamente «el mono a bordo». Él, el joven futuro capitán, está aprendiendo todos los misterios del mar y «lo sabe todo del barco. Además, cuando navegamos me ayuda y es él quien lo ve todo». El hijo, al igual que el padre abrió los ojos y lo primero que divisó fue la mar. Su afición es hereditaria y le gustaría ser marinero como su padre.
Michel está muy orgulloso de su 'pequeño' y es lógico porque mantenerlo le ha costado toda su vida: le ha dedicado más de 12mil horas de trabajo. CV