Na Catalina de ses espardenyes, la mejor espardenyera de las Pitiüses, no acudirá esta tarde a las 16,00 horas a su cita semanal con sus alumnos en el centro polivalente de Sant Miquel, localidad en la que nació y vivió durante 77 años, para enseñarles a elabora este calzado al estilo tradicional. La muerte en forma de una complicación de diabetes sorprendió a esta menuda y vivaracha mujer que tenía refranes para todo el pasado jueves por la tarde en su domicilio donde desde siempre se había dedicado al cuidado de sus tierras y a hacer lo que más le gustaba y sabía hacer mejor que nadie: las espardenyes, el calzado típico y tradicional de los pagesos de toda la vida.

Los encargos iniciales para calzar a sus vecinos pasaron a ser pedidos para particulares de toda la isla, especialmente componentes de las distintas collas de ball pagès, que fueron los primeros en valorar el trabajo artesanal y la destreza de esta mujer capaz de confeccionar espardenyes que muchos calificaban ayer, tras conocer su fallecimiento, como piezas de museo. «Sus alpargatas son verdaderas obras de arte», comentaba Carmen Tur, portavoz de la Colla Sa Bodega de Eivissa, quien dolida por la desaparición de Catalina, destacó el talante humilde y la gran labor en favor de la transmisión de este oficio a las nuevas generaciones a través de distintos talleres.

«Mi tía trabajó hasta el último momento con las espardenyes y disfrutó al máximo con esta labor. Había nacido para hacer ese trabajo que dominaba a la perfección porque tenía unas manos especiales», recordaba ayer su sobrina, Maria Ramon Planells, que admiraba la soltura de su familiar que aprendió todo lo que sabía de sus padres.

Definida como una de las últimas espardenyeras a la antigua usanza de Eivissa, Catalina de ses espardenyes siempre se mostró dispuesta a enseñar todo lo que sabía para que no se perdiese e hizo todo lo que pudo para conseguirlo.

«Catalina de Can Joan Andreu de Sant Mique, como le gustaba hacerse llamar, era un puro nervio, le gustaba la perfección y tenía un sentido del humor muy ibicenco, con chistes verdes para todo», recordaba con cariño Edu Sánchez, de la Colla de l'Horta, quien destacó los arreglos que la desaparecida hacía a los sombreros ibicencos.

Amante de la cultura pitiusa, Catalina participó en actividades culturales como la Fiesta Medieval de Eivissa, en los stands promocionales en ferias de turismo en Palma y era colaboradora habitual del Museu Etnogràfic de Santa Eulària, donde mostró su oficio con talleres en vivo a los visitantes durante varios veranos.

El entierro se oficiará esta tarde a las 16,30 horas en la iglesia de Sant Miquel.

E.Estévez