De izquierda a derecha Antoni Marí, Pep 'Xauet' y Agustí Ribas, los tres profesores de 'brular de corn'. Fotos: KIKE TABERNER

Antiguamente cuando las Pitiüses formaban una sociedad agrícola e incomunicada los pageses «hablaban» entre ellos con un lenguaje propio: el de los sonidos emitidos a través de grandes caracolas marinas para advertir sobre algún peligro o anunciar la llegada de algo especial. «Antes se utilizaba ecorn para avisar de un fuego en el monte, anunciar la venta ambulante de pescado, que todavía se utiliza, cuando una chica casadera se escapaba o una viuda se casaba, o cuando se precisaba ayuda para vigilar por la noche los hornos de cal», enumera Pep Xauet, el más veterano de los tres maestros de brular de corn que ayer concluyeron el primer curso de este arte que organizó la Colla Sa Bodega.
Junto a Xauet, Antoni Marí y Agustí Ribas dirigieron estas clases prácticas para enseñar los distintos códigos, ya que para situación se hace sonar ecorn de forma diferente. Con esta iniciativa han conseguido que una decena de personas de todas las edades rescatasen las caracolas olvidadas en sus hogares y aprendiesen un lenguaje cuya conservación peligra.