La jornada de ayer coincidía con la celebración de San Martín de
Porres, también conocido como 'fray escoba' por ser el patrón de
los profesionales de la limpieza.
El próximo mes de enero se cumplirán 17 años desde que Francisco
García trabaja como barrendero. Él es el responsable de la limpieza
de la zona de es Pratet, en el municipio de Eivissa, y cada mañana
se levanta al alba para iniciar su particular recorrido por las
calles de la isla.
La empresa Cespa, con 95 trabajadores en plantilla durante la
temporada alta y alrededor de 85 a partir del mes de noviembre,
celebró este día con una comida popular en un restaurante de Platja
d'en Bossa. A la cita acudieron unas 70 personas y muchas de ellas
tampoco se perdieron la misa que se celebró previamente en la
parroquia de Santa Cruz. Tampoco faltó un partido de fútbol sala
que enfrentó a casados y solteros y en el que se alzaron con la
victoria los primeros.
A sus 49 años da gracias por tener un trabajo fijo en una
sociedad en la que esta condición cada vez escasea más y asegura
que se siente «satisfecho» cuando al término de la jornada observa
el fruto de su trabajo.
«Lo peor es la gente que a veces tienen muy mala leche y por
cualquier tontería, aún sin razón, llaman a la oficina para
quejarse», afirma Francisco García, quien pide a los vecinos que
entiendan que no puede estar en todos sitios a la vez. Este
profesional tiene muchos años de experiencia a sus espaldas y con
esa base asegura que no cree que hagan falta más papeleras en el
municipio, más bien opina que «lo que falta es educación». «Los
ibicencos no son muy sucios, echo más la culpa a los que vienen de
fuera», apunta.
Los meses de julio y agosto son los más duros para este sector
pero, según Francisco García, «el carnaval sí que merece un punto y
aparte».
La andaluza María Dolores Cobos es una de sus compañeras. Ella
se ocupa de la zona de Vara de Rey desde hace un año y medio y cree
que su profesión todavía hoy «está mal vista». «Cuando veo a la
gente que tira un papel al suelo me dan ganas de decirles algo,
pero me tengo que aguantar y callarme la boca; al menos entre mis
amigos y mi familia sí que intento que no lo hagan». Ayer, al igual
que Francisco, no faltó a la tradicional comida. Para ello a todos
los trabajadores de Cespa les permitieron abandonar su trabajo unas
horas antes de lo habitual, justo a tiempo para no perderse la
misa.
Sara Yturriaga
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