José Ignacio Ricarte recibirá el miércoles el premio anual de la Fundación Grifols. Foto: K. TABERNER
D urante los últimos cinco años el médico José Ignacio Ricarte Díez ha trabajado en una investigación sobre los derechos de las personas en situación terminal en un hospital general, un tema que ya había plasmado en su tesis, que terminó con cum laude. El próximo miércoles recibirá en Barcelona la mejor recompensa que podría tener, el premio anual que entrega la Fundación Víctor Grifols i Lucas a investigaciones realizadas en torno a la bioética. Ahora su máxima aspiración es iniciar una nueva investigación -«tal vez un trabajo multicéntrico porque he hecho contactos fuera»- y esperar que el trabajo galardonado sirva para mejorar la situación en los hospitales. «El trabajo lo publicará el Instituto Borja y aunque con las necesidades que existen hoy por hoy sé la investigación es un lujo, quiero animar a los residentes de aquí a que lo hagan», dice Ricarte.
Para concluir el trabajo «Evaluación de los derechos de las personas en situación terminal en un Hospital General», Ricarte entrevistó a 102 pacientes con poca esperanza de vida. 44 de ellos fueron tratados en el Hospital Can Misses, mientras que el resto estaban ingresados en el Hospital San Jorge de Huesca, ciudad en la que comenzó el proyecto antes de trasladarse a la isla. «Esta circunstancia me ha venido muy bien porque son dos hospitales muy similares y la diferencia principalmente es de edad, aquí la población es mucho más joven», explica. En Eivissa tuvo la oportunidad de hablar con cuatro pacientes anglosajones que le aportaron conclusiones muy interesantes. «La cultura anglosajona es muy distinta a la mediterránea a la hora de enfrentarse a la muerte; mientras los primeros deciden aprovechar el tiempo y algunos vienen a morir a la isla, los mediterráneos se hunden al conocer el diagnóstico», afirma.
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