S er alumno y profesor en una escuela unitaria implica una serie
de ventajas que no suele tener una escuela convencional, por la
general bastante más masificada. A pesar de que los horarios y las
materias son las mismas, la principal diferencia estriba en el
número de alumnos que forman parte de ella y en que éstos, de
diferentes cursos y edades, comparten aula y, muchas veces,
actividades.
«Ser profesor en una escuela unitaria no es más difícil; es
diferente y el día a día depende de muchas circunstancias que hacen
que las dinámicas de aprendizaje cambien. Aquí somos más abiertos y
los niños necesitan más estímulos, de modo que los diversificamos
para que todos los chavales encuentren lo que necesitan; de ahí que
aquí se practique una enseñanza más individualizada», explica Lola,
profesora de los cinco alumnos de Infantil del centro, quien, al
mismo tiempo, señala que las clases buscan un equilibrio entre las
posibilidades de cada alumno y las actividades en las que todos
puedan sentirse partícipes.
Situada en el medio del campo y en un entorno apto para realizar
clases de Conocimiento del Medio sobre el terreno, esta escuela
unitaria cuenta con tres ordenadores, fotocopiadora y todo el
material necesario para el desarrollo óptimo del curso. «Mucho del
material que utilizamos lo elaboramos nosotros. Los libros los
complementamos con ilustraciones y en las clases de inglés, por
ejemplo, hablamos todo el rato en el idioma», explica José Parada,
director de la Escuela de Santa Agnès y tutor de diez alumnos de
Primaria.
Eva Estévez
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