S. M. DEBELIUS
La modelo apodada 'El cuerpo' ha demostrado que a pesar de todo es humana. Después de años ejerciendo de supermodelo y supermamá, Elle Macpherson ha ingresado en una selecta y exclusiva clínica estadounidense para descansar un poco. 'The Meadows Institute' es el nombre de la prestigiosa clínica ubicada en medio del desierto de Arizona. Un oasis que emerge en un idílico paisaje rodeado por una cordillera montañosa nevada. Un centro que ya ha acogido a múltiples celebridades de todo el mundo, cómo Ron Wood, guitarrista de los Rolling Stone; Paul Gascoigne, estrella de fútbol americano o AJ Mc Lean de los Backstreet Boys.

Según aparece en los medios de comunicación de los EEUU, la modelo se ha ido a la clínica por propia voluntad, tras una «salvaje y desenfrenada» noche de fiesta en Eivissa con Jade Jagger, hija del famoso líder de los Rolling Stones, Mick Jagger. Las especulaciones sobre el estado de salud de Macpherson surgieron hace poco cuando mandó un comunicado a las autoridades australianas excusando su asistencia a la Copa Melbourne de este año, por problemas familiares.

La 'top' ha disfrutado de una exitosa carrera desde que fue lanzada a la fama por una agencia de modelos estadounidense. Aunque ahora ya está retirada de las pasarelas, Elle triunfa como empresaria de éxito con la marca Bendon de ropa interior, que la ha convertido en una de las mujeres más ricas de su país, Australia. Esta nueva etapa de su vida la ha compaginado con la maternidad, ya que tiene dos hijos con su marido Arkie Busson, Flynn de cinco años y Cy, que nació en febrero de este mismo año.

Esta empresaria de 39 años ha descubierto que no es tan fácil llevar una vida modelo como mamá y mujer de negocios y ha decidido retirarse a descansar unas cinco semanas, por el módico precio de 32.800 dólares, unos 38.000 euros, más de 6 millones de las antiguas pesetas. Pero el precio no es lo único caro de este programa, sino los sacrificios que han de cumplir los que deciden retirarse a esta clínica: los residentes son levantados a las seis de la mañana; las comidas son sin sal, sin azúcar y sin calorías; una pequeña sala por si se quiere fumar; las luces se apagan a las diez de la noche y las visitas de familiares se permiten sólo los domingos. Unas vacaciones un tanto peculiares, que cuentan con numerosos adeptos por la discreción y la paz que allí se respira.