Argentino, se ha instalado en España, concretamente en la isla de Palma. Fotos: KIKE TABERNER

El ajedrez es como una conversación, sólo que en vez de utilizar las palabras nosotros usamos las ideas. Cada jugada es una idea y, como ocurre en una discusión, hay que intentar entender la idea del otro», explica el Fernando Braga, un argentino residente en Palma desde hace dos años que ha alcanzado el título de maestro internacional de ajedrez, una consideración que sólo es superada por la de gran maestro internacional, que también espera conseguir en breve. Braga utiliza ese símil para aclarar que, a pesar de que el ajedrez puede ser visto como un juego cuyo único fin es ganar, hay otros interesantes puntos de vista relacionados con este deporte. Uno de ellos se refiere a la posibilidad de utilizar las partidas como terapia aplicada en gente con problemas diversos. «Sirve para romper las barreras que marginan a chicos con problemas de drogodependencia o de alcoholismo porque les pones a la altura de los demás y descubren que sus ideas también son buenas», afirma. Recuerda un caso sucedido en Argentina en el que un pedagogo trató a un chico de 19 años implicado en un caso de asesinato. «Le iba a visitar a la cárcel y en seis meses no sólo mejoró mucho con el ajedrez y le mostró las poesías que escribía al pedagogo, sino que su conducta violenta se aplacó mucho». Fernando Braga comenzó a jugar a los nueve años, por casualidad, y desde entonces no lo ha dejado. Para él aprendizaje fue más complejo porque no tuvo una enseñanza orientada, una ventaja con la qué si cuentan los jóvenes de hoy. Afirma rotundo que los avances en informática han supuesto un boom para este deporte porque «se ha conseguido la globalización de la enseñanza; y es que el ajedrez no tiene límites físicos, son más bien mentales».
Sara Yturriaga