La empresa madrileña Devoconsa, especialista en demoliciones con detonaciones, utilizará una carga de 34 kilos de explosivos plásticos para echar abajo la semana que viene, según ha podido saber este periódico, la estructura más alta (ocho plantas) del hotel Fenicia. Normalmente (para que el lector se haga una idea de la dimensión de la detonación) se utilizan 100 kilos de carga para las explosiones que se realizan en las canteras.

Los explosivos se distribuirán en los pilares de las dos plantas inferiores para que toda la mole se pliegue sobre su base. Los escombros, según la empresa, irán a parar como máximo a 10 metros de la vertical del edificio. La Guardia Civil cerrará un cordón de seguridad de 100 metros a la redonda, en el que no podrá haber ninguna persona. Las casas que estén a una distancia de 200 metros de la explosión deberán tener las ventanas cerradas (se recomienda que no tiendan ropa fuera) por la nube de polvo que levantará el derrumbe. La gente, eso sí, podrá estar en sus casas.

La explosión no afectará a la estructura de las casas más cercanas al hotel, según el proyecto presentado por la empresa. Un informe de un ingeniero de minas, solicitado expresamente por el Ayuntamiento de Santa Eulària para estar más seguro de que la demolición está controlada, confirma que la vibración de la explosión no causará daños a las viviendas más cercanas.

Un bloque de 12 apartamentos de la urbanización Siesta situado al oeste del edificio y a 50 metros de distancia es el conjunto residencial más próximo a la explosión. A 90 metros al sur de la mole se encuentra un grupo de adosados de la aldea Bonsai, mientras que al norte sólo hay campo y al este la desembocadura del río. Las barcas que están fondeadas en el río se desplazarán más allá de la pasarela, que es hasta donde llega el radio de protección. El día exacto de la demolición no se conocerá hasta el último momento para evitar que haya muchos curiosos que dificulten el control del radio de protección.