Una característica nariz roja, la cara transformada con estratégicas pintadas de colores y unas enormes bolsas llenas de globos son material más que suficiente para transmitir una buena dosis de alegría y de cariño a cualquier persona que lo necesite. Por eso, los voluntarios y los niños que acuden al centro Betania visitan, cada año por estas fechas, a los ancianos residentes en el centro Reina Sofía de Cas Serres. Ayer por la tarde, un grupo de jóvenes payasos encabezados por la educadora social Patricia García, se preparaban para su gran número. La joven voluntaria tan sólo lleva tres meses trabajando en el centro Betania y ayer pudo descubrir qué actividades se llevan a cabo en estas fechas con el objetivo de regalar un poco de la ilusión de cada uno a quienes más les falta.

Tras una actuación en la que se cantaron los consabidos villancicos, llegó el momento más esperado. Los niños y los voluntarios disfrazados de clowns fueron repartiendo felicitaciones y globos entre los mayores que, agradecidos, respondían con sonrisas a sus particulares Reyes Magos. Tampoco faltó Papá Noel, porque tras una intensa preparación para que el resultado fuera creíble, los improvisados jóvenes que visitan Betania, convertidos en hombres de rojo y blanco, pasearon su barba y su voluminosa barriga entre los mayores. Este año el obsequio que se les ha entregado a los ancianos ha sido una bufanda. «Las voluntarias de Cáritas se han encargado de hacerlas a mano y también tenemos que dar las gracias a un comercio que nos regaló una treintena de bufandas», explicó Jesús Día, director de Betania, centro dependiente de Cáritas.

Una vez finalizada la improvisada fiesta, los voluntarios y niños de Betania volvieron a su local, muy cercano a la residencia, y disfrutaron de una opípara merienda. También, como todos los años, los niños se han esforzado en construir un original belén. Entre los detalles más curiosos, los camellos y los animales a los que les han dado forma con cartones de los rollos de papel de water y las cabezas de las figuras, que se han conseguido con pelotas de ping-pong. En definitiva, una tarde festiva que sirve de preludio a todas las que quedan por llegar.

S.Y.